1ª Batalla de Petelia

Tras el éxito cartaginés en la batalla de Cannas en agosto de 216 a.C., se produjo la rebelión de buena parte de los aliados romanos en el sur de Italia. Ciudades de Apulia, Campania, el Samnio, los Hirpinos, Lucania y el Brucio pasaron a la órbita cartaginesa. Después de permanecer en Apulia pactando la traición de algunas localidades y acosando otras con la esperanza de que desertaran, Aníbal se desplazó a los Hirpinos a aceptar el cambio de bando de la ciudad de Compsa. Allí dividió su ejército dando a su hermano Magón una parte del mismo (Tito Livio, AUC, XXIII, 1, 4) con la que este se dirigió hacia el Sur a tomar contacto con los nuevos aliados lucanos y brucios mientras el propio Aníbal se dirigía a Campania. La intención de los brucios, habitantes en su mayoría de las poblaciones montañesas del suroeste de Italia, radicaba en tomar el control de las cercanas poblaciones griegas costeras de la Magna Grecia con las cuales mantenían una rivalidad desde antaño (Tito Livio, AUC, XXIV, 1, 1). Una vez en esta región, Magón embarcó hacia Cartago para informar de las novedades de la guerra y los éxitos cosechados (Tito Livio, AUC, XXIII, 11, 7). Al frente de su ejército quedó entonces el general Hannón. Este a su vez contaba con Himilcón como subordinado suyo al frente de la caballería.

Tabula Peutingeriana

Ubicación de Petelia en la Tabula Peutingeriana entre las ciudades de Crotona y Thurii

Petelia era una ciudad brucia cuya situación se supone por algunos autores en la actual Strongoli y por otros en la actual Petilia Policastro. Aunque Livio afirma que fue la única localidad brucia que no desertó del bando romano tras la batalla de Cannas (Tito Livio, AUC, XXIII, 20, 4), tras las operaciones cartaginesas contra la misma, conocemos por el mismo autor que también atacaron la igualmente ciudad brucia de Cosentia (Tito Livio, AUC, XXIII, 30, 5).

El asedio de Petelia

Una vez formalizada su alianza con los brucios, Hannón e Himilcón iniciaron sus acciones atacando la ciudad de Petelia. Tanto esta como Cosentia y Crotona lindaban con el límite sur de la zona bajo órbita cartaginesa, lo que explica que se constituyeran en el primer objetivo de las armas púnicas en el área.

Zona cartaginesa Brucio final 216 a.C.

Zona bajo control cartaginés en el Brucio a final de 216 a.C.

Mientras, en Roma, antes de celebrar las elecciones consulares era necesario designar nuevos senadores para sustituir a los fallecidos en Cannas. Para esta tarea se llamó a la Urbs al cónsul Varrón para que nombrara un segundo Dictador, Marco Fabio Buteo, con el fin de que este la realizara (Tito Livio, AUC, XXIII, 22, 10-11). Cuando sucedieron estos hechos, el primer Dictador Pera no estaba en Roma por haber caido Casilino y haber tenido que partir precipitadamente para tomar el control de su ejército (Tito Livio, AUC, XXIII, 22, 4). Una vez reconstituido el Senado y dimitido el segundo Dictador, se procedió a llamar de nuevo a Pera, a su magister equitum Graco y al pretor Marcelo para organizar las elecciones consulares, presentándose todos ellos en la ciudad (Tito Livio, AUC, XXIII, 23, 24). Tras esto, el Dictador Pera retornó a los cuarteles de invierno de su ejército en Teanum Sidicinum, dejando al recién elegido cónsul Graco en Roma porque en pocos días iba a tomar posesión del cargo (Tito Livio, AUC, XXIII, 30, 5). Las tomas de posesión de los magistrados eran en los idus de marzo, por lo que este detalle de faltar pocos días puede significar que estas elecciones consulares fueron a finales de febrero, más tarde del habitual final de enero, o bien es una relativización del tiempo si se celebraron en las fechas normales al considerar un mes y medio como «unos pocos días». Justo antes de estos nombramientos de nuevos senadores, Livio sitúa, coincidiendo con la caída de Casilino en manos púnicas, la llegada de una embajada de Petelia a Roma solicitando ayuda frente a los ataques cartagineses y del resto de pueblos del Brucio (Tito Livio, AUC, XXIII, 20, 4). Esto coloca la visita a mitad de enero de 215 a.C., de lo que se deduce que dada la distancia de alrededor de 550 km entre Petelia y Roma y el tiempo necesario en que la comitiva hiciese el viaje, el inicio del mismo fue a finales de diciembre de 216 a.C., por lo que en esa fecha la localidad ya estaba siendo atacada. La división del ejército de Aníbal en los Hirpinos tuvo lugar hacia finales de agosto de 216 a.C., debiendo recorrer entonces este contingente, 300 km por el sur de la península hasta llegar al área de Petelia, acordando de camino alianzas con lucanos y brucios y produciéndose el relevo en el mando del ejército tras la marcha a Cartago de Magón, por lo que esta primera acción conocida del ejército púnico que operaba en esta zona no pudo iniciarse antes de mitad de septiembre. Adicionalmente, la embajada petelina en Roma menciona que en los ataques a su ciudad participan fuerzas de otros pueblos del Brucio, no sólo tropas cartaginesas. Las mismas debieron organizarse a partir del acuerdo con los púnicos por lo que aunque estuviesen reclutadas con anterioridad, de nuevo habría que añadir una demora al inicio de acciones bélicas que nos lleva a dudar que antes de octubre sea posible tal arranque.

Las acciones contra Petelia comenzaron con el saqueo de la campiña a las que siguió el sitio de la ciudad (Apiano, Guerra de Aníbal, 29, 1). La comisión enviada a Roma por los petelinos recibió por respuesta ante la petición de envío de una guarnición, que no era posible auxiliarlos debido a la crítica situación que se vivía en el bando romano tras la batalla de Cannas, por lo que eran libres de decidir lo que más conveniente creyesen. Al regresar a Petelia, la embajada informó al pueblo, tras lo que se reunió el Senado local en asamblea y acordaron resistir, para lo cual comenzaron a acopiar víveres y recrecieron los muros (Tito Livio, AUC, XXIII, 20, 10). Este detalle indica que cuando volvieron estos embajadores de Roma hacia finales de enero, la ciudad aún no estaba sitiada, por lo que hasta ese momento solo habían afrontado saqueos en su comarca. Sería pues a partir de febrero cuando comenzase formalmente el sitio de la localidad.

El número de defensores era pequeño. Se produjeron salidas de estos que destruyeron las máquinas de asedio, pero las bajas y el hambre comenzaron a doblegar a sus habitantes. La solidez de las murallas de Petelia se refrenda en las fuentes históricas (Virgilio, La Eneida, III, 401). Apiano cita como jefe cartaginés que dirige inicialmente las operaciones de sitio al mismo Aníbal, lo cual es compatible por haber finalizado ya para esas fechas el asedio de Casilino y estar sus tropas en Campania invernadas junto a Capua (Tito Livio, AUC, XXIII, 18, 9). También Polibio cita a Aníbal en relación con la resistencia de Petelia (Polibio, Historias, VII, I, 3). Pero ante la oposición ofrecida, se opta por rodear la ciudad con un muro de cerco dejando al frente del sitio a Hannón (Apiano, Guerra de Aníbal, 29, 5). Este detalle es sumamente interesante si damos por buena la ubicación de Petelia en la actual Strongoli. Esta población se sitúa en lo alto de una colina contra la que es sumamente complejo utilizar cualquier arma de asalto en la mayor parte de su contorno por lo abrupto de las laderas. La localidad debía estar en el extremo occidental de la elevación dejando únicamente como zona atacable el perímetro de muros que da al Este. Para aproximarse hasta esta zona los púnicos podían subir por el extremo de menos pendiente que mira al mar, alcanzando la meseta que da paso a la ciudad. Rodear todo el perímetro de la colina con un muro (dibujado en color rojo) supondría una obra de unos 8,5 km de longitud, demasiada envergadura para un ejército cuyos efectivos aparentan ser pequeños tal y como se analiza más adelante.

Vista aérea Petelia v2

Colina sobre la que asentaba Petelia y terreno circundante

Sin embargo, la posibilidad de rodear únicamente la parte Este de la muralla en lo alto de la meseta impidiendo la conexión con los dos caminos de subida a la colina situados al Norte y al Sur, bastaría para dejar completamente aislada a Petelia. En esta zona sería suficiente un muro de cerco de apenas 500 metros de longitud para lograr tal propósito.

Vista aérea del recinto amurallado de Petelia

Vista aérea del recinto amurallado de Petelia

Finalmente, tras varios meses de sitio se produce la caída de la localidad por un asalto dirigido por el cartaginés Himilcón, facilitado por la debilidad de sus defensores a causa de la hambruna (Tito Livio, AUC, XXIII, 30, 1). La duración total del sitio es de once meses (Ateneo, Deipnosofistas (El banquete de los eruditos), XII, 36 aludiendo a Polibio, Historias, VII, I, 3 y Frontino, Estratagemas, IV, 5, § 18), aunque un análisis de las fuentes clásicas nos hacen dudar de este dato.

El asedio a la ciudad de Petelia habría tenido pues una primera fase de ataques contra la campiña alrededor de la ciudad dirigidos por Hannón, seguida por un periodo de asedio en el que está presente Aníbal y que no debió durar demasiado, inmediatamente tras el cual se ejecuta el muro de cerco dando inicio a un sitio que se prolonga a cuyo frente vuelve a encontrarse Hannón. En la fase final Hannón pudo no estar al mando, dejando a su subordinado Himilcón.

La llegada de la embajada petelina a Roma a mediados de enero se refrenda con la llegada de cartas desde Sicilia y Cerdeña al Senado de Roma por las mismas fechas (Livio, AUC, XXIII, 21, 3). En la primera de ellas Tito Otacilio pide que se envíe a uno de los nuevos pretores a sustituirle. Por no dar el nombre del magistrado parece deducirse que habían sido elegidos ya dichos nuevos pretores (por lo que las elecciones habrían tenido lugar y estaríamos en fecha posterior al final de enero) pero no asignadas provincias, algo que tenía lugar una vez tomaban posesión del cargo a mediados de marzo lo que sitúa el envío de la carta en la primera quincena de febrero y su llegada a Roma en la segunda mitad del mismo mes. Esta segunda referencia permite tener una cierta seguridad en que el regreso de la embajada a Petelia fue al comienzo de febrero y que para esas fechas la ciudad aún no estaba rodeada por las tropas enemigas por lo que hasta ese momento posiblemente sólo habían vivido saqueos de su campiña. Al poco debió iniciarse el asedio.

Por otro lado Livio narra la caída de Petelia como ocurrida antes de finalizar el consulado de 216 a.C. (Livio, AUC, XXIII, 30, 1 y XXIII, 30, 13) si bien la une también a la caída de Locri, Crotona y el ataque a Reggio que es imposible que sucediesen antes de acabar el año pues en su narración aparece nombrado Apio Claudio, el pretor romano en Sicilia que tomó posesión con el nuevo consulado, así como movimientos de tropas con base en Sicilia ordenados por él. Debido a la asignación de provincias, la rotación de ejércitos que hubo al inicio del consulado, entre ellos el de Sicilia y la elección del cónsul sufecto, es improbable que Apio Claudio contase con su ejército operativo en la isla antes de mitad de abril. Además tanto en Reggio como en Locri hay contingentes de tropas romanas ya presentes, lo que hace pensar que al contrario que con Petelia varios meses antes, los romanos sí habían podido reforzar esas posiciones, lo que habría sucedido con la reasignación de tropas al inicio del consulado. De no haber sido capturada para entonces Petelia se podría haber enviado también una guarnición o un socorro, cosa que no ocurre, lo que induce a pensar que su caída tuvo lugar justo al final del consulado o durante los primeros días del nuevo en que los distintos ejércitos están rotando y se supone que aún no están operativos para iniciar acciones.

Luego el inicio de los ataques contra la campiña de Petelia pudo ser como fecha más temprana a principios de octubre y como más tardía principios de diciembre. El comienzo del asedio en torno a mitad de febrero y la caída final de la localidad a mitad de marzo o primera mitad de abril como máximo. Esto supone una duración total entre tres y medio y seis meses y medio, bastante alejados de los once meses a que alude Polibio. De haber durado once meses y supuesto el comienzo más temprano, la caída se retrasaría a finales de agosto de 215 a.C. en el supuesto más optimista, lo que obligaría a que las operaciones contra la Magna Grecia de Hannón fuesen simultáneas al sitio de Petelia, lo cual, dadas las escasas fuerzas con que contaba este general púnico que ahora pasamos a analizar, es muy difícil que pudiese suceder. Además y dada la relativa certeza del inicio del asedio propiamente dicho a mediados de febrero, implicaría una resistencia de los defensores de alrededor de seis meses una vez cercados por un muro, lo cual es complicado cuando se comenzaron a recoger avituallamientos nada más regresar la embajada y además en una campiña que se supone ya castigada por el enemigo desde meses antes, unido además al aislamiento geográfico de la colina en la que asentaba. Como circunstancia añadida, de haberse prolongado el sitio tantos meses, no se entendería que Apio Claudio, pretor romano en Sicilia, se atreviese a desembarcar en Locri buscando atacar las tropas suplementarias enviadas desde Cartago bajo mando de Bomilcar o enviar refuerzos a Reggio y sin embargo se los negara a Petelia.

Las fuerzas enfrentadas

Tal y como se ha comentado, tras la batalla de Cannas tenemos noticias de que Aníbal dividió su ejército dándole una parte a su hermano Magón, el cual debía recibir en alianza diversos pueblos que habían decidido cambiar de bando, entre ellos los brucios, en el extremo suroccidental de la península itálica (Livio, AUC, XXIII, 11, 7). Ignoramos el número de integrantes de dicho segundo ejército de modo directo, pero podemos hacer una aproximación razonable. En Cannas la infantería púnica ascendía a 40.000 hombres y la caballería a unos 11.000 jinetes (Polibio, Historias, 3, 114, 5 y Livio, AUC, XXII, 46, 6). Sus bajas fueron de 6.000 infantes (Polibio, Historias, 3, 117, 6) o de 8.000 (Livio, AUC, XXII, 52, 6). Esto deja sus fuerzas tras Cannas entre 32.000 y 34.000 infantes y unos 11.000 jinetes. De estas fuerzas salieron contingentes para integrar guarniciones en las ciudades que se aliaron con los cartagineses y además, los integrantes del ejército principal cartaginés bajo mando de Aníbal y los del ejército secundario de Magón que pasó a manos de Hannón una vez que el bárcida marchó hacia Cartago.

Es con este último ejército con el que se lleva a cabo la operación de Petelia. Durante el ataque a las ciudades griegas de la Magna Grecia fue ayudado y guiado por brucios (Livio, AUC, XXIV, 1, 1). En la toma de Locri este ejército actuó con caballería cartaginesa pero la mención existente sobre la presencia de infantería alude a que esta era brucia (Livio, AUC, XXIV, 1, 4-5).

El mismo Hannón comandará apenas un año después un ejército cuya infantería es mayoritariamente de aliados brucios y lucanos mientras la caballería, aunque tiene algunos itálicos, es principalmente númida y maura (Livio, AUC, XXIV, 15, 2). En este caso se cuantifica su infantería en 17.000 hombres y los jinetes en 1.200. Así pues en 215 y 214 a.C., Hannón aparenta tener un ejército cuya infantería era en su mayor parte de origen aliado, mientras que la caballería era de origen cartaginés. Esta última provendría de la división del ejército vencedor de Cannas, pero en un número que no parece superar los 1.000 efectivos de este tipo. Cuando está en operaciones hay que añadir que complementariamente debía tener un contingente adicional de soldados como guarnición en alguna de las ciudades brucias y lucanas de mayor valor estrategico en su órbita de acción. Si estas eran aproximadamente doce poblaciones (Livio, AUC, XXV, 1, 2), fácimente podía contar con cerca de 2.000 hombres más. No hay información sobre el tipo de tropas de las guarniciones, pero en Salapia encontramos un ejemplo de la presencia exclusiva de caballería númida como integrante de la misma (Livio, AUC, XXVI, 38, 11-12) así como en otras localidades (Livio, AUC, XXIV, 48, 10-11). Por otro lado sabemos que cuando Magón llegó a Cartago, la asamblea de esta ciudad aprobó el envío a Aníbal de un refuerzo de 4.000 jinetes y 40 elefantes (Livio, AUC, XXIII, 13, 7), los cuales recibió durante 215 a.C. (Livio, AUC, XXIII, 41, 10), lo que indicaría de algún modo que su numerosa fuerza de caballería casi intacta tras Cannas, se había visto mermada o disminuida antes aún de que prosiguiesen los combates o sufriese las primeras deserciones de jinetes (Livio, AUC, XXIII, 46, 6-7, XXIV, 49, 7-8 y Apiano, Guerra de Aníbal, 30, 1-3). Esto parece apuntar a que el gran general cartaginés posiblemente constituía dichas guarniciones con jinetes, de modo que pese a estar aislados tuviesen cierta autonomía, movilidad y capacidad de rapiña.

Además, Aníbal era sabedor de la importancia de actuar rápido en el sur de la península antes de que los romanos pudiesen reconstruir sus ejércitos tras el golpe de Cannas y acudir en socorro de sus aliados, por lo que no es descabellado que asignase a su hermano Magón un contingente eminentemente formado por caballería, que le permitiese largos desplazamientos en un lapso corto de tiempo. Cuando este embarcó hacia Cartago, este contingente pasó a manos de Hannón.

Por otra parte sabemos de la formación de un ejército brucio de 15.000 hombres (Livio, AUC, XXIV, 2, 2). Este contingente se habría alistado tras la caída de Locri que en este artículo se considera que fue posterior a la de Petelia, por lo que aparentemente ya había fuerzas de infantería brucias organizadas en este momento, aunque cabe suponer que su volumen fuese bastante menor de esa cifra que alcanzan con posterioridad. En este periodo inicial tras la batalla de Cannas y hasta la formación de ese ejército brucio, dada la escasa entidad de las poblaciones atacadas, no parece que el total de la fuerza de Hannón (descontadas las guarniciones) superase por mucho los 5.000 hombres, de los que la mayor parte serían infantes brucios actuando junto a jinetes númidas.

Los petelinos por su parte organizaron la defensa con una cantidad de efectivos desconocida. La única alusión a su número lo es a los que sobrevivieron a la caída y fueron realojados por los romanos acabada la guerra, que son cifrados en 800 (Apiano, Guerra de Aníbal, 29, 9). Los defensores se deshicieron de la población no combatiente sacándola de la localidad amurallada para poder alargar la resistencia al no tener que compartir los víveres con mujeres, niños y ancianos (Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, Libro VI, 6, Ext. 2 y Frontino, Estratagemas, IV, 5, § 18). Esto era algo corriente en la antigüedad. La ciudad se encontraba cercada en su perímetro accesible por un muro levantado por los sitiadores por lo que aunque se dice que fueron masacrados, es difícil creer que ocurriera así pues ni convenía a la causa cartaginesa aparecer como bárbaros, ni tiene sentido matar a alguien que no tiene escapatoria por estar rodeado de un muro. Bastante más lucrativo es venderlos como esclavos. Pero además se une el hecho de que los petelinos eran brucios, por lo que un comportamiento asesino no sería entendido por sus hermanos de sangre aliados con Aníbal. Se afirma también que la mayoría de defensores pereció, pero la experiencia cuando se rinde Casilino rebaja la mortandad a la mitad de la guarnición (Livio, AUC, XXIII, 19, 17). Es corriente en las fuentes clásicas ensalzar y exagerar los hechos que rodean la resistencia épica de una ciudad. Sagunto es otro ejemplo de ciudad mártir de la que sin embargo sabemos que hubo supervivientes que fueron reimplantados en la población una vez reconquistada (Livio, AUC, XXVIII, 39, 5-6). Así pues, si la cifra de 800 supervivientes es cierta, en ella se incluirían combatientes y no combatientes. Sabemos además que dichos supervivientes fueron expulsados de su ciudad mientras eran implantados en la misma otros pobladores brucios (Apiano, Guerra de Aníbal, 57, 3), lo que lleva a pensar que no debió ser incendiada tras la toma tal y como cuenta alguna fuente (Silio Itálico, Púnica, Vol. II, Libro XII, 431). La superficie sobre la que asentaba era una cuadrícula de apenas 600 m x 300 m lo que redunda en la idea de su reducido tamaño y escaso número de habitantes. Al igual que la cercana Crotona con sólo 2.000 habitantes (Livio, AUC, XXIII, 30, 6), Petelia era una ciudad con una población muy reducida (Apiano, Guerra de Aníbal, 29, 2). Posiblemente, como en su caso, mermada por el pasado reciente. Sus defensores en condición militar pues, no debían superar los 1.000 soldados en el mejor de los casos.

El hecho de que el asedio inicial a la plaza se terminase convirtiendo en sitio con la ciudad rodeada por un muro de cerco, rebaja las necesidades de tropa de los atacantes mientras se prolonga el mismo.

Acontecimientos posteriores

Tras la toma de Petelia, Himilcón se dirigió contra Cosentia, la última ciudad brucia fiel a Roma, la cual ofreció una débil resistencia, cayendo en pocos días (Tito Livio, AUC, XXIII, 30, 5). Hay entonces una mención a una visita de Hannón a Campania (Tito Livio, AUC, XXIV, 1, 1) tras la cual comienzan las operaciones contra las colonias griegas de la Magna Grecia. La primera acción de Hannón fue el intento de cambio de bando de Reggio. Mientras perdía inútilmente bastantes días frente a la ciudad (Tito Livio, AUC, XXIV, 1, 2), Himilcón consiguió apresar por sorpresa con su caballería gran cantidad de habitantes de la cercana ciudad griega de Locri que recolectaban cosechas en la campiña de los alrededores para acopiarlas en caso de quedar sitiados (Tito Livio, AUC, XXIV, 1, 4). Tras acercar a un contingente de infantería brucia a las murallas de la ciudad, junto con los rehenes que acababa de capturar, pudo presionar a la dirigencia de la localidad para que cambiasen de bando, lo cual hicieron expulsando a la guarnición romana. Permitieron que esta abandonara Locri por vía marítima en dirección a Reggio y llegaron a un acuerdo de alianza con los púnicos, lo cual molestó a los brucios que esperaban tomarla y saquearla. Tras esto, Himilcón persiguió a los huidos romanos con su caballería por si volvían a tomar tierra en un punto cercano, lo que le llevó hasta las cercanías de Reggio coincidiendo con la llegada de refuerzos romanos desde Sicilia enviados por el pretor Apio Claudio (Tito Livio, AUC, XXIV, 1, 11-12). Este pretor fue nombrado para la campaña de 215 a.C., tomando posesión no antes de los idus de marzo. Se produjo además a comienzos de esa campaña la rotación del ejército de Sicilia que debió acudir a Roma para desde allí marchar a Apulia mientras llegaban desterrados a la isla los soldados derrotados en Cannas y tropas novatas que habían formado en el ejército del Dictador Pera. Esto sitúa estos hechos como pronto al principio de la primavera de ese año. Los mismos hicieron desistir a los púnicos de una acción contra esta última ciudad (Tito Livio, AUC, XXIV, 1, 11-12). El malestar por esta renuncia a atacar Reggio y el acuerdo con los locrienses llevó a los brucios a organizar por su parte un ejército de 15.000 hombres. Casi por las mismas fechas los brucios habían iniciado el ataque de la ciudad griega de Crotona (Tito Livio, AUC, XXIII, 30, 5-6). Pidieron a Aníbal quedarse con el control de la ciudad pero este les remitió a Hannón, quien a su vez no dio una respuesta clara (Tito Livio, AUC, XXIV, 2, 5-7). Tras penetrar al primer intento el perímetro exterior, los brucios quedaron detenidos ante la ciudadela, en la cual se hizo fuerte la aristocracia de Crotona. Ante las sólidas defensas de esta, los brucios pidieron ayuda a Hannón quien trató de mediar pidiendo instalar una colonia brucia en la ciudad. Ante la negativa de los refugiados en la ciudadela, la situación se alargó hasta que una delegación de Locri, griegos como ellos, tras conseguir el permiso de Aníbal, los evacuó a su ciudad donde quedaron instalados abandonando Crotona (Tito Livio, AUC, XXIV, 3, 14-15).

Conclusiones

La primera batalla de Petelia supuso el paso de esta localidad débilmente poblada a la órbita cartaginesa. Su toma, junto a la de Cosentia, puso a la totalidad de pueblos brucios bajo el dominio púnico. El desordenado relato de Livio junto a lo contado por Apiano permite sin embargo reconstruir una secuencia lógica de las operaciones llevadas a cabo por los cartagineses en el suroeste de la península itálica en el periodo comprendido entre la batalla de Cannas y el final del consulado de 215 a.C.

Tras la famosa batalla ocurrida en tierras de Apulia, Aníbal consiguió dar inicio a la rebelión de buena parte de los pueblos aliados de Roma en el Sur de Italia. Para afianzarla constituyó un pequeño contingente desgajado de su ejército, basado principalmente en caballería al cual se unieron fuerzas de infantería de sus nuevos aliados brucios y lucanos. En una primera fase este ejército dirigió sus esfuerzos a incorporar a su bando la totalidad de poblaciones brucias, dentro de lo cual se enmarca el asedio de Petelia objeto de este trabajo. En una segunda etapa y prosiguiendo la expansión hacia el sur, se atacó a las colonias griegas de la Magna Grecia, consiguiendo incorporar Locri, Crotona y Caulonia, pero fracasando ante Reggio. Por último el esfuerzo también se encaminó al norte, hacia Lucania, donde Pandosia o Blanda ya habían cambiado de bando. Aquí se atacó sin éxito el asentamiento romano de Grumento. Una vez recibidos refuerzos de Cartago, Hannón acudió con ellos a Campania para ayudar a Aníbal en la 2ª batalla de Nola.

Fue pues este del suroeste de la península itálica, un segundo frente de guerra alejado del principal de Campania y conducido con unos volúmenes pequeños de tropas. Se mostró muy activo durante el año y medio que siguió a Cannas y actuó en plena coordinación con el ejército principal púnico que actuaba en Campania bajo orden de Aníbal. Así, el célebre general cartaginés realizó una escapada mientras mantenía a sus tropas invernadas en las proximidades de Capua, con el fin de organizar el inicio del sitio de Petelia, y recíprocamente el general Hannón acudió a reforzarlo a Nola cuando contó con los efectivos venidos de Cartago bajo mando de Bomílcar. El cambio de fidelidad de poblaciones griegas al bando púnico iniciado en esta campaña seguiría durante los siguientes tres años, culminando con la traición de Tarento. A partir de ese momento los romanos comenzaron una lenta reconquista de las mismas operando desde el Salentino y desde Reggio.

Bibliografía

Tito Livio, Ab Urbe Condita, Ed. Gredos

Apiano, Guerra de Aníbal, Ed. Gredos

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables

Polibio, Historias, Ed. Gredos

Ateneo, Deipnosofistas (El banquete de los eruditos)

Frontino, Estratagemas

Silio Itálico, Púnica, Ed. Harvard University Press

Virgilio, La Eneida

Enlaces exteriores

«Morbus Italicus: Aníbal, Roma y los griegos del sur de Italia.» Joaquín L. Gómez-Pantoja. Primer congreso peninsular de Historia Antigua. 1986

«Tábula Peutingeriana»

Mapas: Historical Atlas. William R. Shepherd

Perspectivas: Google Earth

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