Aníbal ad portas

En este artículo he querido abordar uno de los episodios más llamativos ocurridos durante la segunda guerra púnica: La llegada de Aníbal a los alrededores de Roma en el año 211 a.C. Más allá de la famosa frase que se acuñara con motivo de estos hechos ¡Hannibal ad portas!, es preciso reseñar que los acontecimientos han sido generalmente comentados como un episodio menor dentro de la Segunda Guerra Púnica, pues la trascendencia de lo ocurrido fue ciertamente pequeña. Sin embargo, a la luz de diversos aspectos que se tratan en esta entrada del blog, y dentro del contexto del cerco a Capua, estamos posiblemente ante el punto de inflexión de la guerra.

Antecedentes

El año 212 a.C. fue un año con muchos hechos positivos para las armas cartaginesas en varios frentes. En la Magna Grecia, tras la caída en manos cartaginesas en la segunda mitad del año anterior de buena parte del Salentino y de la misma Tarento (menos su ciudadela), estos recibieron en su bando a la ciudad de Metaponto, que dio muerte a su disminuida guarnición romana. La cercana Heraclea también desertó al bando cartaginés. En el extremo contrario del sur de Italia, los habitantes de Thurii, en complicidad con los subordinados de Aníbal, Magón y Hannón, consiguieron expulsar a la guarnición romana. Mientras tanto, Aníbal se encontraba en Tarento tratando de tomar la ciudadela, por lo que ante la aproximación de los cónsules romanos a Capua, envió a esta ciudad como refuerzo a 2.000 jinetes bajo mando de Magón (Livio, AUC, XXV, 15, 4) o, según otra fuente, a 1.000 jinetes y 1.000 infantes comandados por dos lugartenientes suyos llamados Hannón y Boáster (Apiano, Guerra de Aníbal, 6, 36), con la intención de acosar a quien se arrimase a su campiña con ánimo de saquearla. Los cónsules romanos por su parte, pidieron a Sempronio Graco que retuviese su infantería pesada en Lucania y mandase la ligera y la caballería a Benevento para dirigirse a cercar Capua y tener al mismo tiempo una fuerza de apoyo cercana. Dependiendo de las fuentes, estando en esta última ciudad o justo antes de partir desde Lucania, Graco fue emboscado por jinetes púnicos bajo mando de Magón. Con una mínima separación en el tiempo, en las cercanías de Capua, la caballería campana y el refuerzo cartaginés tendieron una emboscada a las partidas de forrajeo de los dos ejércitos consulares, causándoles severas bajas, consiguiendo de este modo ralentizar sus operaciones de saqueo. Por su parte, la muerte de Graco tuvo como consecuencia la deserción de los esclavos manumitidos de su ejército, que se consideraban liberados de su compromiso con el general que les manumitió. Se produjo entonces la llegada del ejército de Aníbal a Benevento, lo que ocasionó que los cónsules replegasen de Capua. Quinto Fulvio Flaco se dirigió a la cercana ciudad costera de Cumas, mientras Apio Claudio Pulcro marchó a Lucania a ocupar el lugar del ejército desertado. Aníbal decidió seguir a este último hasta Lucania, dejando a Hannón al frente de su campamento en Benevento, quien comenzó a utilizarlo como base logística desde la que suministrar a los campanos. Esta marcha de Aníbal a Lucania fue aprovechada por Flaco para atacar el campamento de Benevento, logrando tomarlo (Livio AUC, XXV, 13, 5 y Apiano, Guerra de Aníbal, 6, 37, 1)

Una vez en Lucania, el ejército de Apio Claudio fue relevado por una nueva fuerza enviada desde Roma mandada por Marco Centenio Pénula, pudiendo de este modo el cónsul dirigirse a Benevento para reunirse con su colega Flaco e inmediatamente después regresar ambos a Campania con sus fuerzas. Aníbal permaneció en Lucania y no desaprovechó la ocasión para enfrentarse en batalla campal al nuevo ejército romano, consiguiendo aniquilarlo y matar a su jefe Pénula. Mientras, los cónsules se dedicaron a fortificar las posiciones en las que comenzaron a acopiar víveres para permanecer durante el invierno en torno a Capua. Aníbal entre tanto había recibido informaciones de las operaciones del ejército romano que operaba en Apulia bajo mando del pretor Cneo Fulvio Flaco, hermano del cónsul, y se dirigió hacia allá. Lo sorprendió en Herdonea, y tras otra batalla campal, aniquiló igualmente a las fuerzas romanas. La reacción de sus enemigos ante estos hechos fue tratar de reincorporar los escasos supervivientes de los dos ejércitos destruidos, así como los esclavos que habían desertado y hacer una leva extraordinaria para incorporar nuevas tropas. Como refuerzo enviaron desde Piceno a Campania a un tercer ejército bajo mando del pretor Cayo Claudio Nerón. Aníbal por su parte, se dirigió desde Herdonea a Tarento, intentando conquistar de una vez por todas su ciudadela apoyado por una flota venida desde Sicilia, fracasando en el intento, tras lo cual marchó a la cercana Brindisi, situada en el Salentino, sin conseguir nada positivo.

Poco antes de empezar el invierno, apoyados por el tercer ejército en Campania, los cónsules comenzaron el cerco de Capua con una doble empalizada y foso. Mientras ocurría esto se sucedían las escaramuzas entre los defensores y los ejércitos romanos, sin que los campanos lograran impedir quedar rodeados por el muro de circunvalación. Fue antes de que se completara este cuando escapó una delegación de la ciudad que se dirigió a Brindisi para pedir auxilio a Aníbal para que acudiera a socorrer Capua.

En Grecia el rey macedonio Filipo V, llevaba desde el año anterior presionando fuertemente por tierra el protectorado romano en Iliria, logrando una salida al mar Adriático en Lisos. Esta ciudad se encontraba frente a Salapia (en la costa adriática de la península itálica), localidad en la órbita cartaginesa desde la batalla de Cannas. Este escenario ponía el envío de un ejército macedonio a Italia mucho más fácil. Máxime cuando el ejército romano de Apulia había sido aniquilado hacía muy poco tiempo. Tan sólo faltaba una flota con la que transportarlo.

En Hispania, los cartagineses bajo mando de Asdrúbal consiguieron diezmar en la Bética a los ejércitos de los hermanos Escipión, dando muerte a ambos en dos batallas consecutivas (Cástulo e Ilorci) logrando que los restos de estos contingentes replegasen al norte del Ebro.

En Sicilia sin embargo las cosas no habían ido nada bien para los intereses púnicos. El ejército cartaginés mandado a socorrer Siracusa resultó exterminado en otoño por una epidemia de peste y Marcelo logró tomar la ciudad, coincidiendo en el tiempo con el cierre de la empalizada alrededor de Capua. De este modo, las posesiones africanas en la isla quedaban limitadas al extremo suroccidental de la misma, en torno a Agrigento.

Dominio cartaginés y romano 211 a.C.

Dominio y aliados cartagineses y romanos en Italia y los Balcanes a inicios de 211 a.C.

Esta era la situación al inicio de 211 a.C. con un Aníbal a punto de conquistar en su totalidad la Magna Grecia, con los romanos limitados en Lucania a las guarniciones que pudieran tener pues su ejército allí había desertado y tras ser sustituido había sido aniquilado al igual que el que operaba en Apulia. Antes de acabar el consulado los romanos hicieron una leva extraordinaria para enrolar nuevas tropas. Capua (Campania) permanecía cercada por tres ejércitos romanos. Aníbal mantenía además posiciones en el centro-norte de Apulia (Salapia y Herdonea), en el Samnio (Meles y Maronea), en los Hirpinos y en Lucania.

El general cartaginés debía auxiliar a sus aliados. En Sicilia había caido Siracusa y las escasas fuerzas púnicas supervivientes resistían en torno a Agrigento. Esto le obligó a mandar un refuerzo de su propia caballería comandado por Mutines que de acuerdo a Livio habría partido bastante antes de que Marcelo abandonase la isla, algo que sucedió a mitad de año. Si bien, Zonaras sitúa su llegada después de la marcha de Marcelo. Pero era en Capua donde la situación era crítica. O proseguía sus operaciones en el Salentino o acudía en socorro de su ciudad aliada en Campania. Y se decidió por esto último. Si conseguía retener Capua y con el extremo sur de Italia casi por entero en su poder, salvo la ciudadela de Tarento, Regio y Brindisi, podría centrar sus esfuerzos en progresar hacia el norte en Lucania, Samnio, Campania y Apulia y esperar la llegada de una segunda expedición desde Hispania ahora que la situación les era favorable en ese escenario. Para no dejar Tarento desprotegida, la flota del almirante Bomílcar que había acudido a final del año anterior desde Sicilia, permaneció allí hasta que la escasez de alimentos la obligó a retirarse (Polibio, Historias, IX, 9, 12).

Aníbal, dejando su impedimenta e infantería pesada en el Brucio y con infantería ligera, caballería y 33 elefantes se dirigió a Capua. Tomó la fortificación de Caiatia situada unos 7 km al norte de esta, pero fracasó en sus intentos de romper el cerco romano sobre la capital campana, que Polibio (Historias Libro 9, capítulo II, 2) describe como una sucesión de asaltos al campamento enemigo y Tito Livio (AUC, XXVI, 5, 9) como una doble batalla contra los defensores de la ciudad en el anillo interior y contra el ejército de Aníbal en el exterior, quien habría logrado llegar a la empalizada del campamento romano siendo rechazado con dificultades. Su convencimiento sobre la solidez de las defensas romanas en torno a Capua, la falta de alimento para su caballería en los alrededores por haber arrasado la campiña las tropas romanas, y la posibilidad de llegada de un ejército enemigo que le atacase por la espalda, llevó a Aníbal a cambiar de estrategia. Decidió trasladar la guerra a las cercanías de la mismísima Roma. Y para ello ideó una audaz incursión hacia el norte que le llevara al extrarradio de la ciudad eterna, con el fin de atraer la atención de los ejércitos romanos que cercaban Capua, de modo que pudiera enfrentarlos en campo abierto, o si la ocasión lo permitía, arremeter contra la propia urbe, la cual, por encontrarse el grueso de efectivos romanos en Campania, debía estar poco protegida. En este momento Aníbal debía conocer las novedades ocurridas en Hispania, o al menos el éxito inicial en el que mueren los Escipiones. Estamos en un punto de inflexión de la guerra. Si con esta treta hubiese logrado tomar Roma o impedir la caída de Capua, podría haber liquidado la guerra de un golpe o evitar que con la rendición de la capital campana sus rivales liberasen tres ejércitos (dos de ellos principales) cuya presencia en cualquier otro frente podía hacer cambiar el balance de fuerzas existentes hasta ese momento.

La campaña de 211 a.C.

Uno de los primeros puntos de estudio de esta campaña del general cartaginés es la cronología de hechos y los lugares visitados por el ejército púnico a lo largo de la misma.

El primer acontecimiento destacable ocurrido en este nuevo consulado que comienza en los idus de marzo, es la partida desde el Brucio de Aníbal con un ejército compuesto de caballería, infantería y elefantes, con destino a Campania (Livio, AUC, XXVI, 5, 3-4), donde tiene lugar la 2ª batalla de Capua. Un intento de romper el cerco romano de la ciudad por parte del general cartaginés que se salda con un fracaso que motiva que el general púnico inicie su marcha a Roma. Durante la misma obtiene abundante botín. Desde Capua se manda un pequeño ejército de socorro a Roma para unirse a las fuerzas allí presentes.

El ejército púnico llega hasta el río Anio donde acampa, realizando una exploración con caballería hasta los muros de la ciudad que es rechazada por la caballería romana. Ambos ejércitos llegan a formar para el combate al día siguiente de la llegada, pero la climatología impide que se inicie por dos días consecutivos. Aníbal comienza su retirada siendo seguido por el ejército de socorro que tiene un enfrentamiento con él cuando vadea el Anio, recuperando parte del botín conseguido en los saqueos. A los cinco días de abandonar Roma, Aníbal tiende una emboscada al ejército perseguidor atacando su campamento de noche. Dependiendo de la fuente, los romanos se salvan de este ataque (Apiano, Guerra de Aníbal, 7, 42) o salen con un importante número de bajas (Polibio, Historias Libro 9, capítulo II, 39). A partir de ese momento el general cartaginés decidiría no continuar rumbo a Capua y cambia de objetivo militar dirigiéndose a la Daunia (Polibio Historias Libro 9, capítulo II, 40). Este destino situado al norte de Apulia, cobra verosimilitud si analizamos lo narrado por Tito Livio (AUC, XXVI, 12, 1) cuando indica que se dirige al Samnio y continua hacia Apulia, desde donde proseguiría a Lucania y de allí al Brucio y a Regio. Adicionalmente, leemos (AUC, XXVI, 22, 1) que los dos cónsules (Cneo Fulvio Centúmalo y Publio Sulpicio Galba) tenían Apulia como provincia, y que en un determinado momento, cuando disminuye el peligro, al segundo se le asigna Macedonia (cuyo mando comenzará a ejercer en la práctica el año siguiente como procónsul). Lo cual es coherente con la visita de Aníbal a la Daunia y su posterior marcha a Lucania y Brucio. Además Livio da el dato adicional (AUC, XXVI, 28, 8) de que Galba tuvo un ejército consular que al año siguiente (210 a.C.) fue trasladado a la Galia. Y su colega de consulado Cneo Fulvio Centúmalo, también contó con otro segundo ejército consular que también operó en Apulia y que permaneció allí al año siguiente (AUC, XXVI, 28, 13). Aunque Livio no da información específica sobre la formación de los mismos, hay indicios de que desde final del año anterior se estaban reclutando tropas mediante una leva de urgencia hecha por el pretor urbano y de extranjeros Publio Cornelio Sila (AUC, XXV, 22, 4) tras ser aniquilados los ejércitos de Cneo Fulvio Flaco en Herdonea y Marco Centenio Pénula. También sabemos que el ejército asignado al procónsul Apio Claudio Pulcro a comienzos del consulado (Livio, AUC, XXVI 1, 2), tras la muerte de este, desaparece sin rastro y sin mencionarse que fuera licenciado total o parcialmente, como sí se dice del que perteneciera a su colega consular Quinto Fulvio Flaco (Livio, AUC, XXVI, 28, 7), lo que lleva a pensar que este ejército fue asignado a uno de los nuevos cónsules. El contingente de Publio Sulpicio Galba habría sido formado ex-novo al inicio del consulado de 211 a.C., pues Polibio cuenta la presencia de dos legiones recién reclutadas en Roma (Historias, IX, 6, 6) y que la persecución de Aníbal tras abandonar la ciudad fue realizada por hombres de este cónsul (Polibio, Historias, IX, 7, 4), lo que hace muy probable que esas dos nuevas legiones estuviesen asignadas a su ejército consular.

Ya que el episodio de la 2ª batalla de Capua y la aproximación a Roma debieron tener lugar en la primera mitad de la primavera, las citas de Livio relativas a la presencia de los cónsules en Apulia dan una pista de que Aníbal debió pasar la parte central de la campaña en este territorio marcado por los dos ejércitos consulares, y tan solo en el tramo final de la misma se habría desplazado de retorno al Brucio. La llegada de Aníbal al norte de Apulia proveniente del Lacio, debió ocurrir hacia mediados de mayo. Esta fecha parece claramente vinculada a la necesidad de proteger la recogida de la cosecha de grano de la principal zona productora bajo su control, así como la de arrasar las de sus enemigos en la misma área. Lo cual debió retenerle allí como mínimo hasta mitad del mes de julio.

Apiano (Guerra de Aníbal, 7, 43), tras el episodio del ataque al campamento de sus perseguidores dice que el general cartaginés se dirigió a Lucania donde invernó, pero sitúa como el siguiente suceso (Guerra de Aníbal, 7, 44), el ataque a Tisia, localidad próxima a Regio. El detalle de invernar en Lucania, retrasaría el ataque sobre Regio a los primeros tres meses de 210 a.C. (últimos del consulado de Centúmalo y Galba), lo que constituiría un raro caso de campaña de invierno.

Recapitulando, el dibujo general de la campaña parece arrojar pues una primera etapa que debió tener lugar apenas iniciado el nuevo consulado entre final de marzo y principios de abril, en la cual Aníbal se acercó a Capua desde el Brucio, intentando sin fortuna romper el cerco de la ciudad. Tras ello ejecutó su incursión a Roma desde la capital campana, aproximándose en la primera mitad de abril al extrarradio de la ciudad eterna sin llegar a asaltarla pero arrasando sus alrededores. De Roma retornó hacia Campania sin pasar por Capua, tomando entonces el camino hacia el norte de Apulia a través del Samnio. Posiblemente trataba de proteger la principal zona triguera bajo su control durante el periodo de cosecha. En Apulia habría estado operando desde final de mayo, marcado por los dos ejércitos consulares. Aníbal debió permanecer allí la mayor parte del verano, tras lo cual se retiró a Lucania a invernar. No se conoce ningún hecho de armas destacable de este periodo, por lo que su presencia pareciera ser para evitar defecciones de sus aliados en el área. Pasado el tiempo de descanso invernal, y antes de acabar el consulado, desde Lucania habría viajado al Brucio, y reconquistando la localidad de Tisia, próxima a Regio, llegando con sus saqueos hasta las afueras de esta última ciudad. Adicionalmente, tras la caída de Siracusa a finales de 212 a.C., Livio informa que Aníbal habría mandado un contingente de caballería númida de su propio ejército a Sicilia, hecho que debería haber ocurrido en la primera mitad del año 211 a.C. pues Marcelo llegó a enfrentarlos y su abandono de la isla está datado en el verano de 211 a.C. Dion Casio sin embargo ubica esta llegada de tropas númidas después de la marcha de Marcelo.

La ruta de Aníbal hacia Roma

La incursión a Roma y la ruta seguida para llegar a la ciudad eterna desde Capua así como la empleada en su retorno, ha sido objeto de discusión por numerosos autores a lo largo del tiempo.

Tito Livio cuenta que había versiones encontradas que se podían resumir en aquellas que defendían una aproximación directa desde Campania, atravesando el Lacio por la vía Latina, y los que afirmaban que se adentró por el Samnio llegando hasta territorio peligno y marrucino, donde giró hacia tierras albenses y marsias, arremetiendo contra la capital enemiga desde el noreste, siguiendo el trazado de la vía Salaria.

Para llegar a determinar cual fue su ruta de ingreso y salida de Roma, es necesario acudir a las fuentes clásicas y cruzar datos entre ellas.

La primera de ellas es Polibio (Historias Libro 9, capítulo II, 25) quien afirma que a los cinco días de fracasar en su intento de romper el cerco de Capua, decidió acercarse a Roma atravesando el Samnio, llegando a la ciudad eterna desde el río Anio. Igualmente a través de Tito Livio conocemos que Celio Antípatro defendía que la ruta seguida tras abandonar Capua, era a través del Samnio, llegando a territorio peligno y marrucino, desde donde tras pasar por tierras marsas y albenses, llega a Roma por el río Anio. 

Ruta Aníbal a Roma por el Samnio

Ruta seguida por Aníbal desde Campania a los Pelignos en su viaje a Roma a través del Samnio

Esta ruta descrita por Celio en detalle (Capua, la ciudad de Sulmona en los Pelignos, territorio marrucino, albano, marso, la población de Amiternum, Cutilia, Reate, Eretum, templo de Feronia y Roma) recuerda en su tramo desde Campania a los Pelignos a través del Samnio, a la seguida en 217 a.C. por el mismo Aníbal cuando escapó del Ager Falernus. Probablemente la alusión al territorio marrucino se refiera al paso por la ciudad de Marruvium junto al Lago Fucino (hoy en día desecado). Esta ruta se separa de la vía Latina al norte de Teanum Sidicinum siguiendo el valle del río Volturno en dirección a Venafrum, desde donde se dirige a las cercanías de Aesernia, zona desde la que parte con rumbo nor-noroeste hacia Sulmona. Entre estas dos últimas localidades tiene un punto crítico en el altiplano de las 5 millas, una planicie de 9 km de longitud a 1.300 metros de altitud. A mediados de abril aún puede soportar nevadas, por lo que el paso por allí entrañaba riesgos. Igualmente en el trayecto entre Sulmona y el lago Fucino hay pasos de montaña a 1.200 metros de altura y entre Alba Fucentia y Amiternum de hasta 1.400 metros en el Prado de Cerasolo antes de entrar al valle de Ruella.

Como se ve en el mapa situado bajo estas líneas, la aproximación a la ciudad eterna se hace tras llegar a la Sabina desde territorio ecuo, tomando entonces la Vía Salaria (probablemente a la altura de la localidad de Interocrium) por la que avanza hasta el río Anio.

Ruta a Roma Aníbal por Vía Salaria

Aproximación a Roma de Aníbal desde territorio sabino por la Vía Salaria

Tito Livio aborda la otra posible ruta de llegada a través del Lacio por la vía Latina, pero subraya la controversia existente. Las localidades por las que pasaría serían Cales, comarca de Sidicinum, Suessa, campiña de Allifae, Casinum, Interamna, Aquinum, Fregellae, Frusinum, Ferentinum, Anagnium, Labicum, Tusculum, Gabii, comarca de la Pupinia para acampar finalmente junto al Anio y la Vía Salaria. Como vemos, con respecto a la ruta anterior hay un tramo inicial común entre Capua y Teanum Sidicinum que trascurriría en ambos casos por la vía Latina. Livio describe también la ruta seguida por el ejército romano de socorro a través de la Vía Apia. El autor romano presenta esta marcha del contingente enviado desde Capua bajo mando de Quinto Fulvio Flaco, casi como una carrera en paralelo con el ejército de Aníbal que iría por la vía Latina. El procónsul romano habría pedido auxilio a las localidades de paso de Setia, Cora y Lavinium para que le dejasen suministros junto a la Vía Apia, para tratar de ganar tiempo en su carrera hacia Roma.

Ruta a Roma por Lacio

Ruta de llegada a Roma de ambos ejércitos a través del Lacio planteada por Tito Livio

Apiano no entra en detalles sobre el particular pero sí destaca que llega a Roma por el río Anio.

Silo Itálico describe una ruta de aproximación directa a través del eje definido por la vía Latina, donde tras cruzar el río Volturno, atravesaría el Ager Falernus con dirección noroeste hacia Roma. Por último Dion Casio también se refiere a la ruta directa a través del Lacio hacia Roma.

Sin embargo hay un hecho común tanto a unas versiones como otras y es que la llegada a Roma es por el río Anio. Este hecho encaja mal con una aproximación por la vía Latina. El río Anio es más apropiado para explicar una penetración por la ruta de la Vía Salaria, que sale de Roma en dirección nor-noreste. Aparecer en el Anio cuando se ingresa desde la vía Latina, supone desviarse hacia el norte, en lugar de llegar a Roma desde el sureste, posición que permite una aproximación por las puertas Capena, Celimontana, Querquetulana o la zona del Esquilino. Venir desde el Anio supone acercarse a la Urbs por las proximidades de las puertas Viminal, Colina y Esqulina. El punto de llegada por el norte de la ciudad favorece claramente una aproximación hecha por la Vía Salaria.

Roma puertas tíber anio

Ciudad de Roma, sus accesos y alrededores.

Adicionalmente a esto, es necesario analizar los hechos narrados por Tito Livio sobre como suceden los acontecimientos. De acuerdo a él, la alerta a Roma sería dada desde Capua por los procónsules tras la declaración de un desertor. Pero subraya que después de capturar los cartagineses las barcas con las que los pobladores cruzaban el Volturno (AUC XXVI,7,10) en cantidad suficiente para asegurar el paso de su ejército en una noche, Aníbal atraviesa el Volturno, y ordena quemar dichas barcas con las que ha realizado el cruce (AUC XXVI,9,6), lo cual retrasa el paso del ejército romano de socorro. No obstante es preciso reseñar que en la actual Sant´Angelo in Formis, en las cercanías de Capua junto al río Volturno, existió un puente denominado de Aníbal, lo que hace pensar que tal vez se trataba de un puente de barcas que habría sido el empleado para cruzar el cauce en este episodio.

Por otra parte, para el bando romano hacer pasar un río con cierto caudal (máxime en primavera en que se supone que el deshielo lo eleva al máximo) a un grupo de 16.000 hombres, debiendo armar balsas o barcas para ellos, con una madera que Livio dice que escaseaba, debió retrasarle no menos de un par de días. Sabemos por el mismo autor (AUC XXVI, 9, 1) que tras cruzar el Volturno el ejército cartaginés acampó junto a él, y además el día siguiente lo dedicó a arrasar la comarca sidicina (la zona donde está el Ager Falernus que tan bien conociera de su experiencia seis años atrás cuando Fabio Máximo lo dejara arrinconado). Si Aníbal hubiese estado cerca sin duda era una buena ocasión para haber atacado al contingente de Fulvio Flaco en dicho cruce. Estos elementos inducen a pensar en una distancia física y temporal aún mayor en el cruce del Volturno entre ambos ejércitos que la que implicaría la ruta directa a través del Lacio y una persecución en caliente por parte romana por la vía Apia. Es cierto que los autores que plantean la ruta directa, cuentan que Aníbal se retrasó en Fregellae para cruzar el río Liris debido a la destrucción de un puente, y que estuvo dos días arrasando los alrededores de Casinum lo que permitiría a Flaco «recortar distancias». Pero si su objetivo era sacar a los romanos de Capua y derrotarlos en campo abierto, habría perdido la mejor oportunidad de hacerlo justo en el cruce del Volturno. Quizás el acampar junto al río y estar un día arrasando la comarca buscaba ese fin, pero los romanos no debieron caer en la trampa lo que motivó que Aníbal prosiguiese su avance.

Dado además que la llegada de las vías Latina y Apia a Roma son en ambos casos por la puerta Capena, de ir Aníbal por la vía Latina con adelanto, el riesgo de quedar cortado y no llegar del general romano era elevadísimo. Máxime cuando su ejército, compuesto por 15.000 infantes y 1.000 jinetes, era muy inferior al de Aníbal y debía unirse a las fuerzas presentes en Roma para poder alcanzar la entidad necesaria para enfrentarle. Ninguna fuente cuenta que Aníbal aprovechase esta segunda circunstancia para atacar a Flaco antes de que entrase en Roma. Y además, la llegada de ambos aparenta ser simultánea en el tiempo y por puntos distintos de la ciudad. Esto conduce a pensar en una ruta diferente y más larga para el ejército cartaginés, lo cual de nuevo nos lleva a darle más veracidad al camino a través del Samnio.

Por otra parte entre la 2ª batalla de Capua y la llegada de Aníbal a Roma, de acuerdo a Tito Livio, se produce la salida de un contingente romano hacia Hispania. Acontecimiento del cual se enteraría Aníbal estando acampado junto a Roma. Este hecho pareciera corresponder con la partida de Cayo Claudio Nerón a Hispania desde el puerto de Puteoli en Campania (Livio AUC XXVI, 17, 1). Pero también hay una mención a su participación en la 2ª batalla de Capua  (Livio, AUC XXVI, 5, 10) y la partida de Aníbal hacia Roma sucede inmediatamente después de esta. Por otro lado el origen de esas tropas se dice que es la propia Roma, lo que hace suponer que se embarcan en Ostia, mientras que el ejército de Nerón en Suésula parte de un puerto campano. No parece muy coherente mandar tropas a Hispania desde Roma para luego pedir tropas de refuerzo a Campania cuando podrían haberse enviado dichas tropas directamente a Hispania desde allí. Esta evidencia es importante para pensar que la partida de tropas a la península ibérica estaba decidida antes de saberse que Aníbal iba en dirección a Roma. Y además, la lógica indica que su partida debió de ser antes de la llegada de los cartagineses y muy probablemente antes de pedir refuerzos a los ejércitos que operaban en torno a Capua, o al menos perfectamente coordinada con la llegada a Roma de dichos refuerzos. De hecho en las fuentes no hay constancia de que en el Senado, cuando se discute sobre los refuerzos a traer a Roma para defenderla, se mencionen las tropas que van a ir a Hispania. No parece lógico que habiéndose planteado la posibilidad de mandar todos los ejércitos a defender la ciudad, se enviase a Hispania una parte de los mismos en un momento que nos presentan como crítico. Frontino también alude al contingente enviado a Hispania como salido de la mismísima Roma (Estratagemas, III, 18, 1). Por último es reseñable que al describir los ejércitos y mandos desplegados ese año 211 a.C. (Livio, AUC, XXVI, 1, 1-13) no se menciona a Cayo Claudio Nerón. Esto induce a pensar que su salida había sido ya decidida. No en vano el propio Livio señala que las cuestiones relativas a Hispania y el nuevo general a mandar se debatieron a principio de año (Livio, AUC, XXVI, 2, 1-6). Y aunque su partida la sitúa después de la caída de Capua (Livio, AUC, XXVI, 17, 1-2) tras haber participado en la 2ª batalla en torno a esta localidad (Livio, AUC, XXVI, 5, 8), los hechos son contradictorios entre sí, y parece evidente que algo de lo narrado por Livio no correspode con la realidad. Polibio no hace alusión a la presencia de Nerón en el enfrentamiento de Capua, pero también omite la presencia del procónsul Quinto Fulvio Flaco, que resulta evidente, por lo cual no se puede considerar una certeza.

Otro tema es si el reporte al Senado llega desde Capua o desde los pueblos que arrasa el general cartaginés. Tito Livio menciona un aviso traído desde Fregellae por un mensajero llegado a Roma tras un día y una noche seguidas de camino (AUC, XXVI, 9, 9). Procedencia que soportaría la ruta de aproximación a través del Lacio. Apiano sin embargo habla de la llegada por el río Anio y del corte del puente sobre este (Apiano, Guerra de Aníbal 6, 39). El río Anio sigue un curso este-oeste hasta confluir con el Tiber a unos 4,5 km al norte de Roma. Para que esta maniobra sirva de algo y dificulte el acercamiento de Aníbal a Roma, el ejército cartaginés debiera estar situado en la ribera norte de dicho río, de manera que se le dificulte el cruce hacia el sur del mismo y por tanto la aproximación a la Urbs. Y este dato es bastante definitivo para entender que con los hechos conocidos, el camino lógico de llegada del ejército púnico era desde la ruta de la vía Salaria. No tendría mucho sentido aproximarse desde el sur, cruzar el curso del rio Anio para pasar a su ribera norte y luego volver a cruzarlo hacia el sur para acercarse a Roma.

Aunque es de notar que Polibio menciona dos cruces del Anio por Aníbal. Uno vadeándolo previo a establecer su campamento a «no más de 40 estadios (unos 7,2 km) de las murallas de Roma» y otro durante su alejamiento debido a que los puentes sobre el río habían sido destruidos y durante el cual es atacado por los romanos. Estos dos momentos de cruce que menciona Polibio plantean más dudas si cabe a la ruta de vuelta. El hecho de que el primero sea vadeándolo, hace cobrar fuerza a la idea de que los puentes ya estuviesen destruidos previamente. Si viniese del Lacio, para aproximarse a Roma, tal y como he comentado no tendría sentido cruzar el río Anio ninguna vez. Si viene del norte, un segundo cruce pareciera indicar un retorno por la misma ruta, lo que deja sin sentido las menciones a las poblaciones del Lacio que supuestamente atravesó. Por otro lado, el ataque a las fuerzas cartaginesas cuando cruzan el Anio es descrito por Polibio cuando este se retira de Roma. Veamos lo que narran el resto de autores y como encajan con esta versión.

Livio cuenta (AUC, XXVI, 10, 5) que Aníbal acampa a 3 millas, junto al río Anio y manda a 2.000 jinetes hasta la puerta Colina llegando al templo de Hércules, reconociendo las murallas de la ciudad. Y al día siguiente, para llegar a sacar su ejército y formarlo frente al romano que está por delante de las murallas de la ciudad, debió cruzar el Anio (AUC, XXVI, 11, 1), dando a entender que el campamento del cartaginés estaba al norte de dicho río. Dado que la maniobra de sacar sus tropas y prepararlas para el combate la realizó durante dos días seguidos, esto implica que cruzó el río y volvió a recruzarlo dos veces. Todo ello sin ser molestado por los romanos. Esto supone una cierta distancia de su campamento al de sus enemigos junto a las murallas de Roma, suficiente para permitir que los romanos no se acercasen a acosarle durante el cruce del río. En la Perioca del Libro XXVI de la obra de Livio, se dice que el campamento se sitúa en la tercera piedra miliar, en las cercanías del río Anio, lo que fija su distancia al centro de la ciudad en 3 millas romanas (distancia refrendada en AUC, XXVI, 10, 5 que equivale a unos 4,5 km). Y esta cierta distancia a los campamentos iniciales de sus rivales se confirma con el pasaje de Polibio (Historias, Libro 9, II, 36), en el que cuenta que los cónsules romanos acercaron su campamento a diez estadios de distancia del cartaginés (unos 1,8 km), señal de que inicialmente estaba más alejado. El propio Polibio (Historias, Libro 9, II, 26) fijaba la distancia del campamento púnico a la ciudad de Roma en no más de cuarenta estadios (unos 7,2 km), distancia que hace pensar que el autor griego se refiere al campamento que Aníbal montó junto al río Tutia, por lo que posiblemente el primer vadeo del que habla sea también el de este río y no el del Anio.

Por otra parte, el traslado del campamento romano sería clave para entender el modus operandi de Aníbal a partir de ese instante. Cruzar el Anio en ese punto para enfrentar al ejército romano ya no era viable pues supondría poner a tiro sus hombres frente al ahora cercano grueso de tropas enemigas (tanto las venidas de Capua como las que había en la ciudad). Debía buscar otro punto de cruce en ese río al cual sus rivales habían dejado sin puentes.

Y aquí es donde cobra sentido que comience a remontar el curso del mismo en busca de un vado, algo de lo cual tenemos noticias gracias a Apiano. Inicialmente él narra que durante la aproximación a la ciudad, el ejército romano de Quinto Fulvio Flaco marcha por otros caminos diferentes, llegando a Roma y acampando frente a Aníbal y separado de él por el río Anio. Sería entonces cuando Aníbal decidiría ponerse en marcha (por la ribera norte del cauce) siendo seguido por la margen opuesta por el ejército de Flaco, remontando el curso del Anio en dirección a su nacimiento para tratar de vadearlo, debido a que los puentes habían sido destruidos. Aníbal dejó a un grupo de jinetes númidas retrasados para que una vez los ejércitos de romanos y cartagineses estuvieran en movimiento, cruzaran el río y asolaran la ribera por la que iban sus enemigos hasta las cercanías de Roma donde una vez llegaron, retornaron para reintegrarse al grueso de su ejército. Aníbal cruzó entonces el río con sus tropas en un punto más próximo a su nacimiento, desde donde el camino a Roma no era largo. Él mismo habría hecho una salida de reconocimiento hasta los alrededores de la ciudad eterna durante la noche junto a su guardia. Esta persecución por las márgenes del río Anio en dirección al nacimiento del río para vadearlo, que Livio no cuenta, conecta sin embargo con el regreso a Capua del relato de Polibio y el ataque del ejército romano a los cartagineses cuando cruzan el río ya de retirada. Además de ser compatible con un retorno a través del Lacio. Sólamente quedaría por determinar en que punto se realiza ese cruce del Anio, y como enlaza con los puntos más al norte que conocemos de la ruta a través del Lacio.

Tito Livio añade además que una vez decide retirarse, llega al río Tutia, afluente del Tíber situado al norte del río Anio, a unas 6 millas de la ciudad, pero dado que le damos más credibilidad a la aproximación por la vía Salaria, esta referencia sería en realidad un punto de paso en su viaje de ida por la mencionada vía Salaria, previo a su acampada junto al Anio a 3 millas de la ciudad. El Tutia sería ese río separado de Roma cuarenta estadios el cual Polibio dice que vadea Aníbal previo a acampar y al cual confunde con el Anio.

Siguiendo el relato de Apiano, a Roma llegan 2.000 hombres procedentes de una localidad llamada Alba (Apiano, Guerra de Aníbal 6, 39), situada en territorio de Aequi. Esta pudiera ser Alba Fucentia. Coincidente con esta referencia geográfica es el relato de Celio Antípatro que conocemos gracias a Livio (AUC XXVI, 11, 18). Este autor sitúa el territorio albense como punto de paso de Aníbal durante su acercamiento a Roma. Apiano cuenta que estos 2.000 hombres llegaron a Roma y fueron armados y puestos a montar guardia en las puertas de la ciudad. Livio refrenda la presencia de refugiados en la ciudad (AUC XXVI, 10, 11) que huían de la aproximación de Aníbal. Estos albenses que cita Apiano y el hecho de que llegasen desarmados a la ciudad, parece encajar con estos refugiados mencionados por Tito Livio. Aunque Apiano los describe como personas que acuden a ayudar voluntariamente a Roma realizando el símil con los habitantes de Platea auxiliando a Atenas en la batalla de Maratón, el hecho de que él mismo diga que van desarmados y que conozcamos que estaban en la ruta seguida por el ejército púnico, indica claramente que en realidad era gente que huía de la llegada de Aníbal. Y dada su posición geográfica y el hecho de que vinieran huyendo antes de la llegada de los cartagineses a Roma, es un factor más a favor de la ruta de ingreso viniendo por la Vía Salaria.

Otro dato complementario es el envío de guarniciones a diversos puntos cuando se conoce que sus intenciones son ir a Roma, entre ellos el Monte Albano y la fortaleza de Aefula. El primero es un punto simbólico próximo a la Vía Latina. El segundo es una posición que se encuentra al sur de la vía Valeria, en el tramo en que esta discurre en las cercanías del río Anio, lo que facilitaría el control de la misma en su itinerario desde territorio marso hacia Roma.

Si analizamos las dos rutas seguidas por Aníbal y Quinto Fulvio Flaco para llegar a Roma, la del primero atravesando el Samnio, Pelignos, territorio marso y entrando por la Vía Salaria totaliza unos 360 km, mientras la del romano por la Vía Apia es de unos 200 km. Esta diferencia en distancia permite que saliendo Flaco varios días después pueda llegar a Roma a la vez que Aníbal. Polibio describe un tránsito del ejército púnico rápido, pero Livio comenta los numerosos saqueos llevados a cabo. Una media de 20 km/día llevaría a una marcha de 18 días. Al tener los suministros resueltos los romanos (Livio, AUC, XXVI, 8, 12) es lógico pensar en velocidades aún mayores de unos 25 km/día, lo que eleva la duración del viaje a unos 8 días. Esos 10 días de diferencia para que la llegada sea simultánea, serían los que se habrían consumido en el tráfico de comunicaciones entre Roma y Capua (que a caballo no debía ser inferior a dos días ida y dos días vuelta), la deliberación en el Senado sobre el curso de acción, el alistamiento de fuerzas por parte de los procónsules y el cruce del Volturno después de que Aníbal hubiese destruido los medios de paso tras atravesarlo él.

El camino de retorno desde Roma

Un último interrogante que se nos plantea es donde se dirige el ejército cartaginés en el retorno desde Roma y si vuelve a pasar por Capua. Esta última cuestión parece deducirse del final del relato de Polibio (Historias Libro 9, extracto II), cuando ensalza las virtudes de Aníbal y como retorna desde Roma permaneciendo a la expectativa de lo que hiciesen los ejércitos enemigos en Capua. El autor griego habla de la esperanza de los cartagineses en que el contingente romano que cercaba Capua aflojase el cerco y en función de ello como adaptan sus movimientos a la previsión que habían hecho sobre el tiempo que tardarían estos en acudir a Roma desde Campania. Y es afirmado literalmente por Apiano (Guerra de Aníbal, 6, 40) e indirectamente por Eutropio (Breviario de Historia de Roma, Libro 3, 14, 1) y Livio (AUC, XXVI, 11, 19) que hablan de un retorno a Campania. Sin embargo este último autor dice explícitamente que no volvió a Capua con Flaco (AUC XXVI, 12, 2). Lo cual pareciera indicar que habría retornado a Campania o hacia ella, pero sin parar en Capua. Dion Casio (Libro XV) cuenta que tras abandonar Roma no volvió a auxiliar Capua. Íntimamente relacionado con la ruta de retorno de Aníbal es el detalle del que se hace eco Livio (AUC XXVI, 6, 11) cuando tras el enfrentamiento de la segunda batalla de Capua, narra el último combate que tuvo lugar antes de la rendición de la ciudad. Comenta que otros autores describen un ataque a un campamento romano con elefantes y con infiltrados que hablaban latín. Este episodio es descrito también por Polibio y por Apiano como ocurrido durante la persecución del ejército cartaginés después de que este abandone Roma. El hecho de que Livio lo asocie a Capua y a los intentos por romper el cerco de la misma, es indicativo de la vinculación del episodio con los intentos de auxilio púnicos de la ciudad asediada. Lo cual, unido a la cita de Polibio de que el mencionado hecho pasa a los 5 días de persecución una vez dejada Roma atrás, y las alusiones antes reseñadas que hablan de un retorno de Aníbal a Campania, parecen definir la ruta de vuelta como la que discurre por la vía Latina a través del Lacio. En algún punto no precisado de la misma, ocurriría ese último y postrero ataque nocturno de Aníbal contra el campamento de sus perseguidores, los cuales logran evitar ser aniquilados o tienen pocas bajas, atendiendo a las fuentes romanas, aunque Polibio habla de una gran mortandad.

Las localidades y comarcas de esta ruta citadas por Livio, las cuales habrían sido puntos de paso del ejército cartaginés serían por este orden la Pupinia, Gabii, Tusculum, Labicum, Anagnium, Ferentium, Frusinum, Fregellae, Aquinum, Interamna, Casinum y Allifae. Como vemos de su comparación con la ruta de ida a través del Samnio, el punto donde esta se cruza con aquella sería al norte de Teanum Sidicinum. Allí el ejército púnico desistiría de su intención de volver a Capua, tomando el camino hacia Cerreto Samnita a través de la comarca de Allifae.

Ruta retorno Campania

Ruta de retorno hacia Campania del ejército de Aníbal, perseguido por las tropas de Flaco

Efectivos presentes en Roma y ejército de socorro.

Otro de los interrogantes que plantea la visita de Aníbal a Roma es el número de efectivos presentes en la Urbs. Del año anterior conocemos (Livio AUC XXV, 3, 8) que hubo dos legiones urbanas reclutadas a comienzo del consulado de 212 a.C. Aunque no hay mención expresa a lo sucedido con ellas, sabemos que durante ese año, a propuesta del pretor urbano (bajo cuya responsabilidad debían estar esas dos legiones urbanas), se produjo el envío a mitad de consulado, de una legión y un alae bajo mando de Marco Centenio Pénula a Lucania (Livio AUC XXV, 19, 13). Y además, el ejército de Nerón (heredado de la solitaria legión de Varrón en Piceno), pasó a contar con dos legiones cuando llegó a Suésula (sobre este hecho ver «La primera batalla de Capua«), lo cual deja la posibilidad de que estas dos legiones urbanas marcharan como parte integrante de estos contingentes. Por otro lado, ya se ha mencionado que se produjo una leva extraordinaria por el pretor urbano Publio Cornelio Sila coincidente con la pérdida de los ejércitos de Apulia y Lucania (Livio AUC, XXV, 22, 4), hecho este último que a su vez debió provocar el traslado del ejército de Nerón de Piceno a Campania. Por otra parte, la presencia permanente en Roma de un ejército fue una constante a lo largo de toda la guerra, por lo que dado que ya no debía haber legión alguna, para no desguarnecer la ciudad, con esta leva se constituyó el nuevo ejército urbano de Roma hasta el principio del nuevo consulado. Por otra parte, para el nuevo año los nuevos cónsules Centúmalo y Galba debían contar con sus respectivos ejércitos consulares. Aparentemente los del año anterior fueron retenidos en Capua por Quinto Fulvio Flaco y Apio Claudio Pulcro en calidad de procónsules y debían permanecer en ellos hasta la caída de la capital campana (Livio, AUC, XXVI, 1, 2). Pero existe el precedente del año 216 a.C., en el que los ejércitos consulares inicialmente mantenidos bajo control de los procónsules, pasaron finalmente a manos de los cónsules cuando estos se incorporan al frente de guerra. Y ya se ha comentado anteriormente, la posibilidad de que este año ocurriese algo así con el contingente de Apio Claudio Pulcro. Que a comienzos del consulado los romanos tenían un ejército consular en formación o formado, parece deducirse de la afirmación de Polibio de que el general púnico no se arriesgó a permanecer en Capua por miedo a que llegaran los ejércitos de los cónsules (Polibio, Historias, IX, 4, 5), señal de que al menos alguno de ellos estaba ya operativo. El mismo autor nos cuenta que cuando llega Aníbal a Roma, había una legión formada y otra recién incorporada. De todo esto parece deducirse que tal vez la legión ya formada fue la reclutada por Sila a final del año anterior. Y que junto a los nuevos efectivos iba a integrar un nuevo ejército de dos legiones. Por el mismo Polibio sabemos que fueron los soldados de Galba los que hostigaron a Aníbal después de que este abandonara Roma. Esto apunta a que el ejército en formación que había en la Urbs era el perteneciente a este cónsul.

Para terminar de aclarar el despliegue acudimos al total de legiones que Livio explica que hubo ese año, las cuales cifra en veintitrés entre terrestres y marinas (Livio, AUC, XXVI, 1, 13)*. Descontadas de esa cifra las tres legiones marinas de Sicilia y Grecia (Livio, AUC, XXVI, 1, 12), nos queda un total de veinte legiones terrestres. En Sicilia había cuatro legiones (dos en el ejército de Marcelo y dos en el ejército del  pretor Cayo Sulpicio), en la Galia dos, en Cerdeña otro par más y otras dos en Etruria. También conocemos que se constituyeron dos legiones urbanas (Livio, AUC, XXVI, 28, 4). Si añadimos otras cuatro para los ejércitos consulares, totalizan dieciséis. A final de campaña en Capua sólo había un ejército (el del procónsul Quinto Fulvio Flaco), lo que incrementa el número a dieciocho. Sólo faltarían dos legiones que debieran ser las asignadas a Hispania. De ellas una estaría integrada por los supervivientes del desastre de los Escipiones y la otra sería la enviada bajo mando de Nerón desde Campania. El ejército de este último en Suésula quedaría disuelto, lo que explica que no sea mencionado por Livio como parte del dispositivo de este consulado de 211 a.C. Esto significa que uno de los ejércitos de los procónsules en Capua, iba a pasar a manos del cónsul Fulvio Centúmalo. Este cónsul, siendo pretor en 213 a.C., ya había tenido bajo su mando en Campania uno de los dos ejércitos consulares que operaron los cónsules de 212 a.C., por lo que es probable que volviese a tomar el control del mismo.

Pero este despliegue implicaba un movimiento de soldados importante, que dependía de la marcha de las operaciones en Capua para iniciarse, pues de allí saldrían las tropas para Hispania y para uno de los nuevos ejércitos consulares. Y las fuentes atestiguan que cuando Aníbal se presentó en la capital campana, aún no había dado inicio. Así pues, las dos legiones recién alistadas que había en Roma citadas por Polibio, y que hemos deducido que debían pertenecer al ejército consular de Publio Sulpicio Galba, eran las únicas fuerzas existentes. Estas dos legiones totalizarían unos 10.000 soldados. Es posible que aún no hubiesen incorporado a sus correspondientes alae sociorum, pues en ese caso habría unos 15.000 hombres más. Adicionalmente a estas dos legiones estarían los civiles armados apresuradamente que venían a refugiarse a la ciudad desde las comarcas circundantes (Apiano, Guerra de Aníbal 6, 39, 7) y los adultos de más edad de la propia ciudad (Apiano, Guerra de Aníbal 6, 39, 3 y Livio XXVI, 9, 14).

Livio describe en detalle las discusiones sobre que efectivos debían venir de refuerzo, y da un dato clave al contar que se informó a los procónsules destacados en Capua de los efectivos presentes en Roma, para que ellos decidiesen la cuantía del refuerzo. Los 15.000 infantes y 1.000 jinetes (Livio, AUC, XXVI, 8, 11 y 13), unidos a las dos legiones recién alistadas de las que da cuenta Polibio (unos 5.000 hombres cada una) suman un total de 25.000 soldados, lo que nos da una buena idea del tamaño del contingente romano. En la recientemente acabada 2ª batalla de Capua, el ejército de Quinto Fulvio Flaco (que había sido consular la campaña anterior) defendía el perímetro exterior del muro de cerco con la proximidad de la empalizada detrás, y se había bastado para rechazar al ejército de Aníbal. En un escenario donde la caballería no tuviese posibilidad de maniobra, los romanos no tenían miedo a enfrentarse a los púnicos. Y una batalla a las puertas de Roma no difería en demasía de ese supuesto. Además Livio cuenta (AUC, XXVI, 8, 7) que en el Aventino había 1.200 jinetes númidas que habían desertado. Por su diferencia en número, y por su asiento en el Aventino, que no cae de paso para un ejército que entre por la puerta Capena y salga por la Esquilina, parece que estos jinetes númidas fuesen distintos de la caballería que trajo Flaco en su contingente de refuerzo. Por último tenemos noticias por Livio (AUC, XXVI, 9, 14) de la existencia de tropas dentro de la ciudad, en concreto en el Capitolio y sobre los muros, así como en los alrededores.

No deja de ser interesante que el ejército romano presente en Etruria bajo mando de Marco Junio Silano no se plantease en ningún momento como alternativa de socorro a la ciudad, pese a que Aníbal al pasar por Reate y Eretum se acercaba a unos 160 km de Arretium donde se supone que estaba el foco de rebelión de Etruria. La ruta por el norte llegando a la Sabina pareciera que buscara atraer a este ejército romano, de modo que facilitase el estallido revolucionario en la mencionada Etruria por quedar desguarnecida o por aniquilación del ejército que la protegía. Algo parecido a lo que hiciera el año anterior con los ejércitos romanos que había en Lucania y Apulia. Pero si esta era su intención, los romanos no cayeron en la tentación.

Primeros encuentros

Prosiguiendo con Livio (AUC, XXVI, 10, 1), señala la llegada de Flaco a Roma entrando por la Puerta Capena y saliendo por la Puerta Esquilina, para establecer su campamento entre dicha puerta y la Puerta Colina. Adicionalmente los romanos tenían estacionados los reseñados 1.200 jinetes númidas en el Aventino, zona situada en el suroeste de Roma. Aníbal por su parte estaba acampado junto a la Vía Salaria y el río Anio.

Sería en estas posiciones iniciales en las que se produciría la primera aproximación de 2.000 jinetes de la caballería cartaginesa, reconociendo las murallas alrededor de la parte norte de la ciudad, lo que provocaría una salida de la caballería romana reforzada por la caballería de desertores númidas estacionada en el Aventino. Esta salida de los númidas sembró el caos en la ciudad al transitar por las calles en dirección a la Puerta Esquilina y ser vistos desde el Capitolio, siendo confundidos con efectivos del ejército púnico. Esto produjo ataques de la población contra los militares que veían, pensándose invadidos. Este primer encuentro de caballerías en las cercanías de la Puerta Colina se saldó con la retirada púnica a su campamento.

Reconocimiento caballería cartaginesa murallas

Enfrentamiento entre las caballerías cartaginesa y romana junto a los muros de la ciudad.

En esa situación se produciría al día siguiente el cruce del río Anio por los cartagineses con sus fuerzas en formación de combate (Livio, AUC, XXVI, 11, 1). Los romanos sacaron sus hombres igualmente formados para la lucha. Es entonces cuando se desencadena una gran tormenta de granizo (Livio, AUC, XXVI, 11, 3) que obliga a ambos contendientes a retirarse a sus campamentos. Otras fuentes aluden a que las hostilidades entre hostigadores ya habían dado comienzo (Zonaras, Epitome Historion, 6, 9) cuando la granizada se desencadena. Livio (AUC, XXVI, 11, 4) cuenta que esto mismo ocurrió al día siguiente cuando volvieron a formar ambos contendientes. Polibio sin embargo menciona la formación de los haces por el ejército romano, pero parece deducirse de su relato que los cartagineses no lo hacen y desisten. Tras las dos tormentas consecutivas, Livio señala que Aníbal abandona su intento de dar batalla junto a Roma por superstición. No podemos olvidar que el autor romano siempre busca la vertiente moralista de los acontecimientos, por lo que la explicación divina es recurrente en sus narraciones.

Combate frustrado junto a Roma

Los ejércitos romano y cartaginés forman para entablar combate antes de que una tormenta frustre la acción

Pero en este punto es Polibio el que nos da una clave para entender lo que pudo ocurrir. El autor griego indica que los romanos movieron su campamento hasta colocarlo a escasos 1,8 km del cartaginés. Dicho de otro modo, se alejaron de las murallas para acercarse al río Anio. Esta cercanía suponía que si Aníbal hubiese querido atravesar el río en ese momento, se hubiera encontrado en pleno cruce con el ejército romano cayendo sobre él.

Movimiento campamento romano

Los romanos mueven su campamento junto a las murallas hasta las proximidades del río Anio

Las murallas de Roma

En este punto de los acontecimientos es importante entrar en el análisis de las defensas estáticas con que contaba Roma. En 211 a.C. la ciudad estaba rodeada por las denominadas murallas servianas. Estas apoyaban en su mayor parte en el pie de las laderas de las diversas colinas sobre las que asentaba la ciudad, de modo que tras la muralla de piedra propiamente dicha, estaba el talud de la ladera. Esta disposición ayudaba a reforzar el muro ante cualquier asedio, pues cualquier daño a sus sillares no afectaba a su estabilidad ni implicaba la apertura de una brecha pues detrás estaba la ladera y además descartaba la posibilidad de abrir minas bajo ella. Adicionalmente facilitaba a los defensores una mayor movilidad con la que cubrir diversos sectores de la misma. Pero esta circunstancia de estar construidas al borde de las colinas, no se cumplía en el tramo comprendido entre la puerta Colina y la puerta Esquilina. En esta zona la muralla estaba situada sobre una meseta y no contaba en su trasdós con ninguna ladera natural. Era pues, el punto más vulnerable de todo el cinturón amurallado que rodeaba Roma. La longitud de esta parte de la muralla era de unos 1.250 metros de longitud, existiendo como refuerzo un terraplén de tierra detrás de los sillares de unos 15 metros de anchura y un foso por delante del mismo de 9 metros de profundidad y 30 metros de anchura (Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma, Libro IX, 68, 3). La altura del muro, por las evidencias arqueológicas existentes, debía ser de unos 6 m.

Sección muralla Roma zona Esquilina

Sección de la muralla de Roma en el tramo comprendido entre la Puerta Colina y la Puerta Esquilina

Cabe recordar que las murallas de la ciudad habían sido reparadas dos veces en los últimos seis años. La primera en 217 a.C. tras la batalla de Trasimeno (Livio, AUC, XXII, 8, 8) y la segunda vez hacía menos de un año durante 212 a.C. (Livio, AUC, XXV, 7, 6). Es de suponer que el estado en que se encontraban era óptimo cuando se produce la llegada de Aníbal.

El que los cartagineses se aproximasen a la ciudad por el nor-noreste, por el sector más próximo a esta zona de muros más vulnerable, y el que los romanos instalasen su campamento junto a los muros precisamente entre las puertas Colina y Esquilina, es un argumento para pensar que tal vez Aníbal no descartaba el ataque a la ciudad dentro de su plan, tal y como refleja Polibio (Historias, Libro IX, 2, 6, 5) , y que los romanos, sabedores de la debilidad de sus defensas en este sector, se tomasen muy en serio la protección del mismo. No en vano, fue por esta zona por la que los volscos y ecuos atacaron sin éxito Roma en el 463 a.C. Por donde los senones de Breno se aproximaron a la ciudad tras la batalla del Alia en el 390 a.C. y por donde trataron infructuosamente de penetrar los prenestinos en el 379 a.C. Sila asaltó la ciudad en el 88 a.C. entrando en la misma por las puertas Colina y Esquilina. Siglos después, en el 410 d.C., el rey visigodo Alarico sería el que accedería a Roma por la puerta Salaria, emplazada en el mismo sector norte en la ampliación de las murallas de la ciudad de época imperial. Era pues, la parte de Roma que más facilidades presentaba para un ejército invasor, y Aníbal eligió para su aproximación a la Ciudad Eterna, la ruta que le llevaba a este sector.

Aníbal se aleja de Roma

Prosiguiendo con el relato de la acción en el punto en el que la habíamos dejado, la nueva posición de los romanos próxima a la ribera contraria del río Anio colocaba a los cartagineses en una situación difícil para acercarse a la ciudad. Aníbal decidió entonces vadear el río en otro punto con menos caudal y donde la presencia del enemigo fuese menos cercana, por lo cual marchó aguas arriba buscando un paso asequible para cruzar. Tomando las referencias geográficas dadas por Tito Livio a la inversa, dado que damos como regreso las localizaciones que él cita como aproximación, Aníbal acampó en la comarca de la Pupinia, a unas ocho millas de Roma (Livio, AUC, XXVI, 9, 17), lo que sitúa dicho punto de acampada próximo a la actual población de Settecamini. La siguiente referencia geográfica en su trayecto es la ciudad de Gabii, por lo que el cruce del Anio debió tener lugar cerca de la actual población de Lunghezza. Es en este cruce del río cuando el ejército de Quinto Fulvio Flaco que le sigue por la otra orilla ataca el tren logístico de Aníbal, consiguiendo recuperar parte del botín y capturando a 300 enemigos. La intervención de la caballería púnica impidió que la cosa fuese a mayores de acuerdo a Polibio (Historias Libro 9, capítulo II, 37). Apiano (Guerra de Aníbal 6, 40, 5) sin embargo cuenta que Aníbal habría dejado un grupo de caballería atrás para que asolasen la otra margen del río, reintegrándose finalmente con el resto del ejército. Esta estratagema recuerda mucho a la empleada durante el cruce del Ródano contra tribus locales, durante su viaje de ida hacia los Alpes, y pudiera ser la caballería que cuenta Polibio que salva la situación comprometida generada durante el vadeo del Anio.

Cruce Anio Aníbal

Ataque del ejército romano perseguidor cuando Aníbal vadea el río Anio

Prosigue su marcha desde Gabii a Tusculum desde donde siguiendo la vía Latina llega a Labicum. Su rastro continua por Anagnium, Ferentinum y Frusinum, desde donde alcanza la comarca de Fregellae, lugar en el que se ve detenido por la destrucción del puente sobre el río Liris. Desde su campamento junto al Anio hasta este punto había recorrido unos 110 km. La primera jornada de su viaje desde que abandona Roma, acaba con su ejército acampado en la Pupinia (aún en la ribera norte del Anio). Desde ese punto al río Liris hay 100 km. Conocemos también que a los cinco días de haber marchado de Roma, se produce el ataque púnico al campamento del ejército romano perseguidor. Debido al corte del puente del Liris, Aníbal se dedicó a saquear la comarca y  frente a la cercana ciudad de Aquinum (ya al otro lado del Liris), estuvo acampado dos días asolando la campiña. Por la cantidad de días perdidos en estas operaciones de saqueo, parece lógico pensar que el ataque al campamento romano debió ser antes de los mismos para que encaje cronológicamente en el quinto día descrito por Polibio. Al mismo tiempo, que este ataque sea anterior a los saqueos tiene cierta lógica si los romanos salen asustados del envite y prefieren dejar hacer a los púnicos antes de correr más riesgos, además de tener al Liris de por medio. Asumiendo esta hipótesis, y dada la distancia de 100 km entre el campamento de Pupinia y la comarca de Fregellae, si su ejército marchaba a unos 20 km/día de media, la zona probable de emboscada estaría entre Frusinum y Fregellae. Si siguió velocidades parecidas a las del primer día de reanudada la marcha cuando acampa en Pupinia, la velocidad media sería de 10 km/día, lo que nos sitúa en el entorno de Anagnium. En ambas zonas la vía Latina discurre por un valle flanqueado de colinas y montes, por lo que son escenarios posibles para los hechos narrados por los historiadores. Pero Polibio (Historias Libro 9, II, 40) comenta que el general cartaginés avanzaba con largas marchas, por lo que parece más probable la hipótesis de los 20 km/día y la zona entre Frusinum y Fregellae como la de la emboscada. Muy cercana a la Vía Latina hay una colina donde en la actualidad asienta la ciudad de Pofi.

Ataque campamento Flaco

Zona donde pudo tener lugar el ataque nocturno al campamento de Quinto Fulvio Flaco

En este punto el autor griego aporta un dato interesante al comentar que Aníbal es informado de que el cerco romano sobre Capua persistía y esa sería la causa que lo impulsa a atacar al ejército perseguidor, para lo cual reagrupa a sus hombres y lanza un ataque nocturno en el que habría logrado desalojar a los romanos de su campamento, matando a muchos de ellos.

Apiano (Guerra de Aníbal 7, 41, 1), describe el episodio, comentando que el campamento romano estaba mal fortificado sin empalizada, lo que llevó a Aníbal a emboscar su caballería en una colina y lanzar a sus elefantes contra el citado campamento una vez caida la noche, junto con aliados italianos cuya misión era dar falsas directrices a los soldados de que huyesen del campamento en dirección a la colina donde tenían montada la emboscada. El procónsul Flaco, que temía una estratagema púnica, mandó a sus tribunos a cubrir las vías de salida de la zona con la instrucción de impedir la huida de los soldados, medida que permitió salvar la situación del caos que se vivía, mientras las tropas aniquilaban a los elefantes que se habían metido en el campamento.

Esta situación de apremio posiblemente aflojó la persecución, lo que permite explicar que del cruce del ejército cartaginés sobre el Liris no tengamos noticias de acoso romano a diferencia de lo sucedido junto al Anio. El envío del mensajero desde Fregellae a Roma que desata el pánico con sus noticias, contado por Livio como sucedido en el viaje de ida, pudiera ser que informara en realidad del ataque al campamento del ejército de Flaco además del saqueo de la comarca por venganza. Tal vez el motivo del ataque fue prevenir que durante el forzado vadeo del río Liris el ejército romano estuviese lo suficientemente cerca como para volver a acosarle. Tras el susto nocturno, los romanos debieron extremar las precauciones y las distancias.

La siguiente parada de los púnicos sería en Aquinum, desde donde llegó a las murallas de Casinum, lugar donde permaneció dos días asolando la campiña al igual que la de la vecina Interamna. Desde allí prosiguió por la Vía Latina hasta que la abandonó en las cercanías de la comarca de Allifae. En ese lugar el ejército romano debió de cesar la persecución, prosiguiendo por la Vía Latina hasta Capua.

Abandono del socorro a Capua

Desde ese punto desconocemos el camino exacto seguido hasta la Daunia, pero probablemente por la margen norte del río Titerno llegó a Cerreto Samnita donde cruzaría el río y se aproximaría a las cercanías de Benevento donde el año anterior sufriera el ataque al campamento que Apiano cuenta que tenía junto al río Calor a tres millas de la ciudad. Y desde allí, por el camino que seguiría la futura vía Trajana, alcanzaría Aequum, Aecae y Herdonea. Esta ruta que se acaba de describir no es casual. Evita el paso por Telesia (en manos romanas desde 214 a.C.) donde se unían las vías que desde Allifae y Caiatia llegaban a Benevento. Esta ciudad tiene al norte una serie de colinas que controlan el paso de la vía que venía de Allifae, y por el sur una zona lacustre junto al río Calor, muy cercana a la ciudad, que obligaría al paso junto a esta por un estrecho corredor o bien al vadeo del río para pasar a la margen sur y luego volver a tener que cruzarlo para volver a la margen norte. Unido a la presencia del puente denominado de Aníbal en la ciudad de Cerreto Samnita, empuja a pensar que desde la caída entre 215 y 214 a.C. a manos de Fabio Máximo de toda la comarca, el tránsito del ejército púnico hacia el Samnio se desvió al estrecho corredor existente en la margen norte del río Titerno.

Marcha Aníbal hacia la Daunia

Aníbal desiste de socorrer Capua y se desvía hacia Apulia a través del Samnio

Este itinerario descrito, permitiría a Aníbal visitar el centro del Samnio y llegar a la zona donde conservaba a sus aliados en la Daunia. Recordemos que al año siguiente los romanos se lanzarían contra sus últimas posesiones en el Samnio -Meles y Maronea- (donde Livio cuenta que capturaron gran numero de soldados adscritos a guarniciones) y en el norte de Apulia -Salapia y Herdonea-, luego tiene sentido que después del fracaso del auxilio a Capua y para tratar de evitar la pérdida de más aliados, se acercara para hacer «presencia» en estos otros territorios. Ese era seguramente el sentido real de esta etapa de la campaña.

Por otra parte la incursión para socorrer a sus aliados campanos le debía haber causado hasta ese momento, un significativo número de bajas pese a la brevedad de la misma. De acuerdo a los diversos autores, habría mantenido en el último mes el combate por la toma de la fortificación de Calatia, la llamada 2ª batalla de Capua, el enfrentamiento contra la caballería númida junto a Roma, la lucha con el ejército que le perseguía al vadear el río Anio y el ataque nocturno al campamento del mismo ejército romano perseguidor. Livio describe la pérdida cartaginesa de una cohorte de hispanos y de elefantes en el segundo de estos enfrentamientos, Polibio habla de 300 capturados en el vadeo del Anio y Apiano narra la muerte de elefantes y tropas en el ataque nocturno al campamento de Quinto Fulvio Flaco. Ante este panorama de un contínuo goteo de bajas, es probable que Aníbal asumiese su incapacidad de proseguir en su intento de socorro.

Adicionalmente, para llegar a Capua desde la Vía Latina, debería haber vuelto a cruzar el río Volturno, donde a la ida había destruido los medios de cruce. Y esta vez lo hubiera tenido que hacer hacia la margen donde le esperaban casi tres ejércitos romanos (menos los 16.000 hombres que le perseguían), teniendo además un pequeño ejército en los talones que ya le había enseñado las garras durante el vadeo del Anio. A la ida había cruzado el Volturno hacia una margen donde no tenía enemigos, pero ahora no era así y la ruta de regreso directa no era viable.

Por otro lado tras el gran éxito de las armas cartaginesas en Hispania, debía albergar la esperanza de que finalmente pudiese salir otro ejército púnico de la península ibérica con destino al norte de Italia. Todo lo cual le habría llevado a finalizar la campaña tratando de reforzar sus posiciones en los territorios que aún le eran fieles.

Final de la campaña

En Apulia debió trascurrir varios meses, lo que explica que los dos cónsules romanos permaneciesen en la zona con sus respectivos ejércitos consulares. De acuerdo a Apiano (Guerra de Aníbal, 7, 43, 1), de Apulia el ejército cartaginés se dirigió a Lucania a invernar. Alejamiento que se refrenda con lo descrito por Livio (AUC, XXVI, 22, 1) de que a Sulpicio Galba le fue asignada Macedonia como provincia al disminuir el peligro en Apulia. Y desde Lucania marchó contra Tisia (Apiano, Guerra de Aníbal, 7, 44, 1), población situada en el extremo suroccidental del Brucio junto a Regio, la cual logra retomar tras haberse pasado al bando romano. Esto último habría tenido lugar antes de finalizar el consulado en curso.

Cronología de los hechos

Faltaría por analizar en detalle en que fechas pudo ocurrir cada uno de los eventos narrados. El primer hecho destacado de la campaña es la llegada de Aníbal a Capua. Los procónsules habían sido confirmados en el mando y la descripción que hace Livio indica que ya han tomado posesión los nuevos magistrados. Al mismo tiempo se habla de la expectación existente en Roma ante los acontecimientos de Capua y la llegada de las noticias de Hispania. Estos detalles sitúan dicha llegada a Capua a final de marzo o principios de abril. Polibio describe el hecho del reclutamiento de dos legiones coincidente con la llegada a Roma de Aníbal, y Frontino y Livio de la partida hacia Hispania de un contingente salido de la propia Roma. Los reclutamientos tenían lugar generalmente a principio del consulado salvo que un hecho excepcional obligase a una leva extraordinaria a lo largo de la campaña. Por otro lado de las narraciones de Livio de otros episodios de la guerra, el tiempo que tardaban los romanos en alistar un nuevo ejército y ponerlo en operaciones era de alrededor de dos meses y medio. Polibio nos cuenta que una de las dos legiones presentes estaba recién alistada y para la otra se acababa de seleccionar a los integrantes, por lo que puede deducirse un estado incipiente dentro del proceso de formación de un nuevo ejército que podría haber consumido un mes como máximo desde que se iniciase el mismo. Dando por bueno que este inicio fuese a la semana de iniciado el consulado en los idus de marzo, estaríamos hablando de la llegada de Aníbal a Roma a mediados de abril. Por Polibio sabemos que Aníbal estuvo apenas 5 días en Capua antes de iniciar la marcha a Roma. Y la suposición realizada de ruta y velocidad media de marcha de 20 km/día que le hacía tardar unos 18 días en llegar a Roma sitúan dicha llegada unos 23 días después de haber llegado a Capua. Como este hecho probablemente tuvo lugar a final de marzo, podemos situar la llegada a la ciudad eterna a mitad de abril, que encaja con el cálculo realizado para el alistamiento de las dos nuevas legiones.

Por otro lado sabemos que al día de llegar el general cartaginés hace el reconocimiento con su caballería hasta los muros de la ciudad y en los dos días siguientes sería la supuesta salida de tropas en formación de combate que se ve frustrado por la climatología. Tras esto conocemos el cambio de lugar de acampada de los romanos (que podría haberse realizado en la noche del segundo día de salida de las tropas a campo) y que Aníbal parte remontando el Anio acampando en la Pupinia. Probablemente es al quinto día cuando se produce el vadeo del Anio y el enfrentamiento con el ejército de Quinto Fulvio Flaco. Esto debería tener lugar a principios de la segunda quincena de abril.

De nuevo Polibio nos da la siguiente pista al indicar que al quinto día de iniciar su alejamiento de Roma es cuando ataca de noche el campamento del ejército perseguidor romano, lo cual debió ocurrir a final de abril. Desde ese punto que hemos localizado en el entrono de Fregellae, hasta la Daunia a través del Samnio hay unos 200 km que a la velocidad media utilizada de 20 km/día, nos arroja unos 10 días más a los que habría que sumar los dos días que Livio dice que pasa asolando la campiña de Casinum y el día perdido en atravesar el Liris, todo lo cual sumado nos arroja un par de semanas más en llegar al norte de Apulia, lo que se produciría a mitad de mayo.

A partir de ahí no conocemos detalles de los movimiento del cartaginés en Apulia, pero sí que fue a invernar a Lucania. Normalmente el periodo en que se solía parar la guerra para ir a cuarteles de invierno solía ser entre mitad de diciembre y mitad de enero, dependiendo de la zona geográfica. Por tratarse de la Italia meridional no es previsible que dicho periodo se alargase más de un mes, por lo que el acercamiento al Brucio debió ser entre la segunda mitad de enero y principios de febrero y dado lo sorpresivo de su visita a los alrededores de Regio, fue probablemente durante este mismo mes de febrero cuando tuvo lugar. Dadas las operaciones del año siguiente en torno a Numistro y dos años después en la cercana Volcei, es probable que Aníbal eligiese esta región de Lucania lindera con el Samnio como lugar de acampada de invierno en esta campaña de 211 a.C.

Conclusiones

Este episodio de la segunda guerra púnica se enmarca dentro de un momento clave del conflicto. Las armas púnicas trataban de extender la rebelión en Italia. Tras el éxito de Cannas y la deserción de buena parte del Samnio, Hirpinos, norte de Apulia, Brucio, Campania y parte de Lucania, en los dos años siguientes Aníbal consiguió seguir progresando en la Magna Grecia y Salentino, a costa de retroceder en Campania, norte de Apulia y Samnio. La guerra estaba completamente viva. En Sicilia los cartagineses apenas retenían ya ciudades, pero en Hispania tenían arrinconados a los romanos al norte del Ebro. En Etruria la rebelión era inminente y desde el año anterior Roma había tenido que enviar un ejército para controlar la situación. En dicho año anterior las operaciones cartaginesas en Lucania habían conseguido eliminar a su gran rival en la zona, el procónsul Tiberio Sempronio Graco y que su ejército de esclavos manumitidos desertase. El ejército sustituto de Pénula también había resultado aniquilado y por las operaciones romanas en la zona durante los años posteriores (Numistro -210 a.C.-, Volcei -209 a.C.- y Grumentum -207 a.C.-), se deduce que el general cartaginés había logrado controlar la mayor parte del norte de esta región durante 212 a.C. Adicionalmente los romanos habían perdido su ejército en el norte de Apulia y estaban reconstruyéndolo. En compensación Capua estaba cercada y su caída era inminente. Estábamos pues en un momento clave en el que un mínimo triunfo cartaginés o rebelión de un aliado hubiese puesto las cosas muy difíciles para los romanos.

Es en este frágil equilibrio en el que se produce el fallido auxilio de Capua por Aníbal y la posterior operación contra la mismísima Roma. Retener Capua para Cartago era muy importante en un contexto de sumar nuevos aliados que viesen la solvencia de sus armas y la seguridad y protección que les brindarían. Perderla por el contrario suponía un descrédito cara a esos pueblos que dudaban que partido tomar. Fracasado en su intento de auxilio directo a esta ciudad campana, es cuando decide poner en práctica una táctica indirecta: Amenazar la mismísima Roma (mucho menos defendida que los frentes donde se desarrollaba la guerra) y otros territorios en torno a ella para atraer ejércitos romanos y destruirlos en campo abierto (como había hecho unos meses antes con los ejércitos de los pretores de Lucania y Apulia) o bien conseguir nuevas defecciones de aliados itálicos proclives. Este último factor probablemente influyó en el camino seguido para llegar a Roma. El rodeo a través del Samnio y Sabina y su tránsito por la Vía Salaria acompañado del saqueo de los territorios atravesados, se explican por esta última intención de conseguir nuevas rebeliones o facilitar otras en curso como la de Etruria. Algunos de estos territorios recibían la visita de Aníbal por segunda vez y al igual que en la ocasión anterior, Roma no era capaz de impedir los destrozos.

Pero los romanos entendieron perfectamente las intenciones de su rival y supieron medir la respuesta necesaria. No tenían fuerzas (sin desatender su esfuerzo principal en ese momento que era Capua) para poner un ejército suficientemente potente para perseguir a los cartagineses con garantías, pero sí articularon una pequeña fuerza que hábilmente movida y unida a los efectivos presentes en Roma, impidió que se realizase una acción contra la Urbs, y al mismo tiempo acosó la retirada de Aníbal, recuperando parte del botín logrado por este en su marcha de ida. A cambio corrieron el riesgo de ser emboscados en esta persecución, algo que el general púnico intentó con resultado incierto (pues dependiendo de la fuente causó mucho o poco daño), pero que le quitó a los perseguidores de encima para sus siguientes movimientos.

El conjunto de acciones de la campaña supuso el inicio del declive cartaginés. A las pérdidas en hombres que tuviese su ejército en las acciones narradas, hay que añadir la rendición de Capua y del resto de posesiones en Campania. En Sicilia las huestes púnicas quedaron arrinconadas en Agrigento pese al envío de refuerzos desde Cartago y del propio Aníbal desde Italia. Los romanos pudieron reforzar Hispania con los efectivos liberados de Capua, anulando el desequilibrio generado con la derrota de los Escipiones a final de la campaña anterior. El único éxito cartaginés de este año radicó en la recuperación de Tisia, localidad próxima a Regio, que no supuso ningún cambio geoestratégico significativo. Al final de 211 a.C. los cartagineses retenían aún importantes ciudades del norte de Apulia, Samnio y buena parte de Lucania, pero a partir de este momento perdieron la iniciativa militar y la guerra se convirtió en un lento goteo de pérdidas territoriales que culminó con su repliegue al Brucio en 207 a.C. tras la derrota en Metauro.

Bibliografía y fuentes

Frontino, «Estratagemas»

Apiano de Alejandría, «Guerra de Aníbal»

Tito Livio, «Ab urbe condita»

Polibio de Megápolis, «Historias»

Dionisio de Halicarnaso, «Historia antigua de Roma»

Murus Servii Tullii

Thomas Arnold, «History of Rome. Vol.3 : From the end of the first to the end of the second Punic War»

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*Mi agradecimiento a Mª Carmen Calero por su traducción del latín

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